domingo, 18 de marzo de 2012

Cap 31. El viaje

No sabía que decirle, pero si quería mantenerlo a mi lado debería decirle que lo quiero, de hecho no era mentira, yo lo quería, la única pega era que también quería a Henry. Pero eso él no lo comprendería.
-Yo también te quiero cariño. Yo también te quiero.-Johnny se alegro de oír mis palabras, y me volvió a besar, ese beso era dulce e intenso. Mostraba todo el amor que sentía hacia mí, tanto amor que parecía mentira que pudiera coger en una sola persona. Sus manos recorrieron mi espalda. Pero de repente todo se quedó en silencio.
-Uhhh…Iros a un hotel. Que aquí hay menores de edad-nos gritó Camy. Nos separamos y volvimos a unirnos al grupo.  A pesar de haber interrumpido uno de los momentos más románticos de mi vida, me eche a reír. Johnny también lo hizo
-Bueno ya lo has oído. Vamos Sandy, la cama nos espera. – Por su tono de voz sabía que estaba de broma, pero por un momento pensé en cuanto tiempo había estado esperando esa situación. Todos rieron menos Henry que permaneció al lado de Camy en silencio.
-¿Oye qué hora es?-pregunte, no sé que era pero presentía que se nos pasaba la hora. Eso y que no sabía cómo seguir la broma de Johnny sin dañar a Henry, que ya había puesto cara de pocos amigos.
-Son las 5:00, joder las 5:00 de la mañana. Tenemos que volver a casa, desayunaremos y nos acostaremos.-todos reímos ante la idea de desayunar antes de acostarnos. Nosotros no éramos de la gente que estaba acostumbrada a acostarnos después de las 3:00, a las personas fiesteras les parecía normal pero para nosotros hoy era una ocasión única.
-Mira ahí hay una planta…jajajajaja!!-la falta de sueño me afectaba gravemente al cerebro, pero no solo era a mí.
-Joder, una planta. Y es verde…-Billy parecía que se había fumado la planta que acababa de ver. Dejamos de hablar cuando pensamos lo anterior que habíamos dicho, parecíamos tontos, que digo éramos un insulto para los tontos.
Llegamos a casa, aparte de la risa tonta y hacer que no usara el cerebro la falta de sueño también me producía hiperactividad, subí las escaleras corriendo y me tire en la cama. Para mí era demasiado pronto para dormir, ahora me sentía como si me hubiera tomado 5 litros de coca cola. Me puse a hacerme la maleta, termine antes de lo pensado ya que no tenía casi ropa que echarme. Me puse el pijama nuevo y me acorde de que tenía que desayunar. Baje las escaleras corriendo sin preocuparme porque todos me vieran en pijama. Me comí un tazón de cereales de chocolate muy crujientes con un poco de leche fría.

Cap 31. Parte 2

Me encontré a Johnny haciéndose la maleta, el tenía unas cuantas cosas más que yo, pero estaba visto que con una maleta para los dos íbamos más que sobrados. Nos acostamos y nos quedamos durmiendo en nada de tiempo, hoy había sido un día fantástico y espero que mañana fuera igual o mejor.

Me desperté a las 7:00 de la mañana, no había podido dormir casi nada, no paraba de dar vueltas en la cama, no encontraba el lado en el que dormir. Siempre me pasaba, los días en los que estaba un poco nerviosa por poco que fuera me pasaba casi toda la noche mirando el reloj. Desperté a Johnny de tanto moverme.
-Sandy. ¿Qué hora es?-preguntó con voz de zombie.
-Las 7:15 justas.- Respondí yo totalmente despierta.
-Joder, quedan todavía 3 horas para irnos. Eligieron esa hora para que no tuviéramos que despertarnos temprano. –me dijo intentando volver a dormirse.
-Cariñoooo, creía que estabas ilusionado con este viaje. Ya veo que no quieres venirte conmigo.- Se sentó en la cama mirándome, y me dio un pequeño beso.
-No juegues con mis sentimientos… Te quiero.-No sé por qué le gustaba tanto esa palabra, yo ya me sentía muy cursi llamándolo cariño.  
Me vestí y salí corriendo escaleras abajo. No sé cómo me había despertado tan temprano creía que me iba a despertar con el tiempo justo, seguramente eso era lo que me había puesto nerviosa. No iba a desayunar dos veces por lo que agarre a Johnny del brazo y lo saqué de la casa. Nadie se había despertado para despedirnos. -Que poca vergüenza- Pensé. Salimos del bosque y en la ciudad pedimos un taxi.

Era una de las pocas veces que me había montado en un taxi, mis padres pensaban que eran demasiado caros. El taxista era un hombre con una cara afable, un poco mayor y que iba vestido con un uniforme azul marino y una corbata. Bien podía  haber sido una limusina ya que el uniforme le iba bastante bien.
-Hola caballero y damisela. ¿Dónde quiere que los lleve?-el hombre nos miro y soltó una sonrisa, parecía demasiado amable como para pertenecer a esta ciudad. En las ciudades la gente solía ser arrogante y no prestar mucha atención a nadie. Pero ese señor era muy agradable.
-Al aeropuerto por favor.- Dijo Johnny educadamente, seguro que también había notado la amabilidad del señor.
-Señor ya sé que no es de mi incumbencia pero ¿Cuál es su nombre?-el taxista me miró y soltó una sonrisa, parecía que le había alegrado el día.
-Que chica más simpática, no la pierdas muchacho. Mi nombre es Félix, hacía más de tres semanas que nadie me dirigía la palabra en este taxi. Estaba convencido que era culpa mía.
-No diga eso Félix, usted es mucho mejor persona que toda esa gente que no le dirige la palabra, además de ser de mala educación.
Estuvimos hablando todo el camino con el taxista. Era el principio del viaje y ya estaba encantada, espero que todo fuera tan bien como iba hasta el momento. Llegamos al aeropuerto.
-Muchas gracias Félix, ha sido un placer que nos trajeras ¿Cuánto te debo?- le pregunte sacando el fajo de billetes que nos habían dado con los billetes del avión.
-O no, guardarse eso para comer y para disfrutar su amor. Este viejo tiene dinero de sobra.- Eso si que no lo entendía, si se supone que le sobraba el dinero por qué trabajaba. Insistí un poco más pero hizo varios gestos negativos. Desistí tras intentarlo una docena de veces.
 Johnny y yo entramos en el aeropuerto, aquello era gigante, y eso que era de una ciudad de Groenlandia, no quería imaginarme como sería el de San Francisco. Nunca había montado en un avión. Espero no tener miedo a volar ni nada de eso. Cruzamos todo el aeropuerto, nos perdimos varias veces pero acabamos encontrando la puerta por la que podíamos subirnos al avión.