9. Aparición inesperada
(2 meses después)
Últimamente la vida parecía sonreírme. Becca había abandonado la caza de ciervos para encargarse de sus hijos, por lo que Henry y yo nos dedicábamos a cogerlos por ella. Echaba de menos a Jisa y Eliseo. Habían sido muy amables con Nicole y
conmigo. Habían sido como padres para mí. A mi prima también la extrañaba. Todas las costumbres diarias que hacía con ella las había perdido. Esos momentos de risas inacabables podría perderlos para siempre.
-¿En serio?
fuera. Nos temíamos lo peor. Corrimos lo más rápido posible, pero no estaban
heridos, sino que saludaban a alguien. Observé la figura que atraía a todas las
miradas. Un perfil esbelto y una melena rubia era lo más llamativo de semejante
personaje. Me sorprendí al verla, allí en frete mía, después de tanto tiempo.
se me ocurre decirle es un simple: ¿Qué haces aquí? Hay que joderse.
sonreía, aparentemente feliz.- Jisa y Eliseo me contaron todo lo sucedido con Luis. He estado ahorrando dinero durante este tiempo, por eso he tardado tanto en venir a verte.- ¿De verdad había estado trabajando? No daba crédito a mis oídos. Tenía colgada en la espalda
una pequeña mochila. Llevaría ropa de cambio, supuse que pasaría la noche con
nosotros.- ¿No vas a presentarme?
aquí más o menos.
mano y entró en la casa a toda prisa. Que los guerreros estuvieran tan cerca de
nosotros era un gran problema. Probablemente querían acabar con nosotros.
el horizonte, comprobando que ningún guerrero anduviera espiando. Claro que
iría con nosotros. Después de lo de Luis yo era la única persona que le
quedaba.
-Nicole, nos vamos. Ahora no lo entenderás, y prometo explicártelo más adelante, pero
nuestras vidas corren peligro. Confía en mí.
pisándole los talones. Becca preparaba una mochila con ropa y un botiquín de
emergencia con la tapa transparente. Atisbé que dentro de él había
antiinflamatorios y vendas, entre otras cosas. El salón de la casa Parker
albergaba una chimenea, a los lados, estanterías de gran tamaño repletas de
libros; en frente, al calor del fuego, un sofá y tres sillones rojos. Todos
muebles rústicos. Echaría de menos este lugar. Mi vida era como el Titanic, por
muchas esperanzas que le diera por llevarlo a flote, siempre acababa por
hundirse.