domingo, 6 de mayo de 2012

Capítulo 36. La persecución


Claro como no me había dado cuenta antes. Era él. ¿Qué hacía aquí? No lo sabía pero lo iba a averiguar. Me cambie deprisa y baje corriendo por las escaleras. El ascensor iba demasiado despacio, seguro que al bajar ya me llevaba dos calles de distancia. Afortunadamente cuando salí por la puerta le vi. Seguro que habría estado molestando a la gente que pasaba por allí, pobre infeliz. Me escondí detrás de una farola. No me podía ver, si no pasarían cosas muy malas. Iba detrás de él. Afortunadamente él iba demasiado ocupado pensando en sus cosas para darse cuenta de que lo seguía.

Lo perseguí durante horas. Bueno por lo menos a mí se me hicieron eternas. Se dirigía a un callejón sin salida. Qué raro. Seguro que pretendía encontrarse con algún aliado suyo algo parecido. De repente se dio la vuelta. A mí me dio tiempo a esconderme tras un cubo de basura.
-Sandy, Sandy, Sandy… Nunca aprendes. Te escapaste una vez pero no te volverás a escapar. Sal y da la cara. Cuando me diste el puñetazo parecías más valiente… Bueno que podía esperar de una simple sirvienta. No eres más que una puta que va por las esquinas calentando a los tíos. Como a ese tal Johnny, de verdad le crees. Seguro que te ha dicho ya que te quiere unas cuantas veces, me sorprende lo inocentes que sois. Ya me contarás cuando te abandone después de echar un buen polvo. –se había pasado. Definitivamente se había pasado de la raya. Y no pensaba permitirlo. Salí de mi escondite y me convertí en lobo. Nunca había utilizado mi forma lobuna para atacar a ninguna persona. Pero eso no era una persona, era peor que un mounstro. Seguro que fue él el que cometió el asesinato de mis padres. Pagaría por todo lo que hubiera hecho y dicho.- Cálmate, nena. No vine aquí por ti. Eres muy egocéntrica. Viniste con él ¿verdad? – viendo que no tenía intención de atacarme me volví a convertir en persona. La transformación no duraba más de unos segundos y ambos sabíamos que yo saldría ganando. Se respondió el mismo a la pregunta que yo no pensaba responder.- Entonces es que todavía no lo sabes.
-¿Saber el que? Lo único que tengo que saber es que eres un mounstro y que asesinaste a mis padres. Tú eres el jefe de los guerreros. Solo tú pudiste hacer tal atrocidad.
-Yo. Como te he dicho antes eres muy egocéntrica. Mi vida no gira alrededor tuyo. Yo no maté a tus padres. Te diría quien pero eres lo suficiente lista como para averiguarlo tu solita.
-No podrás engañarme. No conozco a nadie que haya podido hacer eso. Nadie tan miserable, cruel y cobarde. Bueno si a ti. – Le mire con cara de asco. Ni siquiera se merecía que lo mirara. Además de matar a mis padres tiene la cara de decirme que no fue él. Me lance encima suya para pegarle con todas mis fuerzas. Pero el consiguió cogerme de las manos y pararme. Cualquier humano normal no habría podido conmigo pero él no era nada normal. Había caído en su trampa, era más listo de lo que pensaba, sabía que con sus insultos y mentiras me haría salir de mi escondite, y que no era capaz de atacar a alguien que, parecía que no iba a defenderse.

Cap. 36 (Parte 2)


-Llevo toda la vida luchando contra lobos y gatitas como tú. ¿Qué te pensabas que ibas a ser la única? La única diferencia es que ahora no está tu príncipe para salvarte. Que penita me das. Morir tan joven y guapa. Sabes si te hubieras unido a nosotros tendrías mucho más poder.  Serías mi reina. – Me susurro estas últimas palabras al oído. Qué asco me dio. Nunca me tendría, prefería morir.
-Me das asco. Nunca estaré contigo. Antes prefiero morir. – No pareció molestarse con mi desprecio. Intente morderle, pero me sujeto de forma en que no podía atacarle, y menos desprenderme de él.
-Bueno es una lástima nena. Va a ser un desperdicio. Pero si quieres morir, no te lo voy a negar.- Me convertí en lobo para tener más fuerza y poder liberarme de sus brazos. Pero me tenía bien cogida. Aunque  mi fuerza era mayor ya no podía escapar. Se las arreglo para atarme en un cubo de basura. Era un hombre súper raro. ¿Quién lleva una cuerda siempre a mano? Aunque también había que pensar que era un loco que quería matarme.  Volví a mi forma humana. No me valía de mucho estar en forma lobuna, si pasaba alguien, no creo que se acercara a ayudar a una pobre loba indefensa.
- Johnny vengará mi muerte. Te aplastará como un asqueroso bicho que eres. – Dije intentando meterle miedo, él no sabía que Johnny se encontraba muy lejos de aquí, y que no tenía ni idea de a donde había ido.
-Tu noviete no va a hacerme ningún daño. De hecho cuando te mate lo traeré aquí para que vea tu cadáver. Seguro que le encanta. Nos reiremos los dos juntos, que te crees que eres la mujer de su vida, que no hay más peces en el mar. Por favor. Que cursi. Seguro que ya te imaginabas a Johnny jugando con el pequeño Johnny junior mientras tú hacías la comida.-  No tenía tantos planes con Johnny, sus palabras me hirieron, pero no iba a dejar que él lo viera. Sabía que no tenía razón, Johnny me quería. Lo sabía, él me quería. No sé si pasaríamos el resto de la vida juntos, pero él no me quería solo para acostarse conmigo. No era un ser tan repulsivo, como Evan quería pintarlo.
-Así Y ¿Cómo se supone que me vas a matar?- Quizá tarde un poco más de lo normal en contestarle, pero ni una sola lágrima resbaló por mi mejilla. No le daría ese gustazo a Evan. Yo lloraba por muchas cosas, pero nunca por las palabras salidas de la boca de ese imbécil.
-Ummm, supongo que como eres mi reina, te dejaré elegir. Aquí no tengo materiales pero tranquila mi hotel está aquí cerca y me parece que tú no iras a ninguna parte.

En cuanto salió por el callejón me sacudí para librarme de las cuerdas. Pero estaban demasiado apretadas. Algo me decía que no saldría de allí. Había llegado mi hora. Johnny no tenía ni idea de donde me encontraba y mis amigos estaban en Groenlandia.