Claro como no me había dado cuenta antes. Era
él. ¿Qué hacía aquí? No lo sabía pero lo iba a averiguar. Me cambie deprisa y baje
corriendo por las escaleras. El ascensor iba demasiado despacio, seguro que al
bajar ya me llevaba dos calles de distancia. Afortunadamente cuando salí por la
puerta le vi. Seguro que habría estado molestando a la gente que pasaba por
allí, pobre infeliz. Me escondí detrás de una farola. No me podía ver, si no
pasarían cosas muy malas. Iba detrás de él. Afortunadamente él iba demasiado
ocupado pensando en sus cosas para darse cuenta de que lo seguía.
Lo perseguí durante horas. Bueno por lo menos
a mí se me hicieron eternas. Se dirigía a un callejón sin salida. Qué raro.
Seguro que pretendía encontrarse con algún aliado suyo algo parecido. De
repente se dio la vuelta. A mí me dio tiempo a esconderme tras un cubo de
basura.
-Sandy, Sandy, Sandy… Nunca aprendes. Te
escapaste una vez pero no te volverás a escapar. Sal y da la cara. Cuando me
diste el puñetazo parecías más valiente… Bueno que podía esperar de una simple
sirvienta. No eres más que una puta que va por las esquinas calentando a los
tíos. Como a ese tal Johnny, de verdad le crees. Seguro que te ha dicho ya que
te quiere unas cuantas veces, me sorprende lo inocentes que sois. Ya me
contarás cuando te abandone después de echar un buen polvo. –se había pasado.
Definitivamente se había pasado de la raya. Y no pensaba permitirlo. Salí de mi
escondite y me convertí en lobo. Nunca había utilizado mi forma lobuna para
atacar a ninguna persona. Pero eso no era una persona, era peor que un
mounstro. Seguro que fue él el que cometió el asesinato de mis padres. Pagaría
por todo lo que hubiera hecho y dicho.- Cálmate, nena. No vine aquí por ti.
Eres muy egocéntrica. Viniste con él ¿verdad? – viendo que no tenía intención
de atacarme me volví a convertir en persona. La transformación no duraba más de
unos segundos y ambos sabíamos que yo saldría ganando. Se respondió el mismo a
la pregunta que yo no pensaba responder.- Entonces es que todavía no lo sabes.
-¿Saber el que? Lo único que tengo que saber
es que eres un mounstro y que asesinaste a mis padres. Tú eres el jefe de los
guerreros. Solo tú pudiste hacer tal atrocidad.
-Yo. Como te he dicho antes eres muy
egocéntrica. Mi vida no gira alrededor tuyo. Yo no maté a tus padres. Te diría
quien pero eres lo suficiente lista como para averiguarlo tu solita.
-No podrás engañarme. No conozco a nadie que
haya podido hacer eso. Nadie tan miserable, cruel y cobarde. Bueno si a ti. –
Le mire con cara de asco. Ni siquiera se merecía que lo mirara. Además de matar
a mis padres tiene la cara de decirme que no fue él. Me lance encima suya para
pegarle con todas mis fuerzas. Pero el consiguió cogerme de las manos y
pararme. Cualquier humano normal no habría podido conmigo pero él no era nada
normal. Había caído en su trampa, era más listo de lo que pensaba, sabía que
con sus insultos y mentiras me haría salir de mi escondite, y que no era capaz
de atacar a alguien que, parecía que no iba a defenderse.