domingo, 27 de mayo de 2012

Capítulo 39. Sobrevivir


Este era el fin. Ya sé porque el corazón me latía así.  Mi interior sabía que algo malo iba a pasar. Y no se había equivocado. Matt no me hizo caso. Me levante pero seguramente sería demasiado tarde. Evan iban pisándonos los talones y dentro de poco sus asquerosas manos estarían sobre mí. Pero Matt vino corriendo en mi dirección. Creí que iba hacia mí pero paso corriendo por mi lado. Me volví y lo vi intentando luchar contra Evan. Afortunadamente Evan no llevaba cuchillo ni ningún arma, se las habría dejado todas en el maletín. Por lo tanto era una lucha cuerpo a cuerpo en la que Matt tenía más posibilidades. Yo también me lancé contra él. Un combate dos contra uno y encima contra una mujer lobo teníamos todas las de ganar, reconozco que era injusto, pero Evan no se merecía una guerra justa. Lo empuje con tanta fuerza como pude y al caer se dio contra una papelera. No había muerto, ni mucho menos, pero valdría para tener ventaja.
-¡Corre, Matt, Corre! – le grite. Si no hubiéramos estado a punto de morir, otra vez, esa frase habría resultado bastante cómica, pero no era momento para bromas, era momento de ir lo más rápido que nuestras piernas pudieran. Menos mal que la calle no estaba tan llena de gente como las principales. Ambos empezamos a correr, esta vez no sería tan torpe. Podía caer una vez pero no cometería dos veces el mismo error.


Llevábamos  mucho tiempo corriendo, había seguido a Matt sin preocuparme por qué camino tomar. Para colmo había empezado a llover. No lo comprendía hacia muy poco había un sol espléndido en el cielo. Ahora sin embargo  llovía bastante. Debía de ser una tormenta de verano.  Los dos estábamos mojados y cansados por el recorrido pero habíamos conseguido librarnos de Evan. Ambos nos abrazamos, si me hubiera hecho caso, yo habría muerto y a lo mejor ellos también. Debíamos avisar a Johnny e irnos de aquí cuanto antes.
-Lo conseguimos. Muchas gracias Matt. Te debo una. – Sin duda, era de confianza, si no lo hubiera conocido habría muerto. Otra persona a la que le debía la vida, ya iban tres, los favores se me acumulaban, parecía que una de dos o a la gente le gusta mucho salvarme o yo me pongo demasiado en peligro.
-De nada. No me debes nada… Bueno solo una cosita de nada.- Lo que me pidiera sería poco, me había salvado la vida. -Conviérteme.- Puff, eso específicamente. Espero que se le quitara de la cabeza porque después de lo que había pasado no podía negarme, decidí retrasarlo.
-… Me lo pensare, pero no te prometo nada. – En su rostro se dibujo una gran sonrisa. Aquello lo hacía feliz. Lo comentaría con Johnny pero Matt se merecía eso y mucho más. ¿Pero qué más?  No creo que nada que yo le pudiera dar.
-¿Oye por cierto tu sabes dónde estamos?- me pregunto poniendo cara interrogante. No podía creerlo yo lo había seguido porque creía que sabía a dónde iba.  Y ahora estábamos perdidos. – Sandy…
-¿Qué quieres?- le pregunte un poco arrogante. Él no tenía la culpa porque yo también podía haber utilizado mi sentido de la orientación.
-Era broma.- se estaba partiendo el culo en mi cara. Que crío, era tan bromista. No se podía callar una broma ni aunque nuestras vidas corrieran peligro seguro que sus últimas palabras serían un chiste malo. Pero aún así lo consideraba mi amigo y me caía bastante bien.
-Puff…- resople para que notara que a veces los chistes y bromitas sobraban. Sobre todo en ese momento estábamos empapados y habían estado a punto de matarnos. Creo que si hicieran una lista con los peores momentos para gastar una broma este se llevaría el premio gordo.
-Anda vamos. Si he calculado bien dentro de 20 minutos estaremos en la puerta del hotel.- No sé cómo era capaz de calcular las distancias. Yo tenía sentido de la orientación pero comparada con él parecía un perrito perdido incapaz de encontrar su hogar. Se lo habrían enseñado el poco tiempo que estuvo en los guerreros. Cuando a los críos les enseñas algo, no se les olvida.

Capítulo 39. (Parte 2)


Después de unos 15 minutos aproximadamente nos encontrábamos en el hotel. Como Matt había dicho. Bueno no los minutos exactos pero nadie era perfecto. Entramos y nos encontramos a Johnny tirado en el sofá que se encontraba en la entrada, una de sus manos se encontraba sujetando la cabeza y en la otra llevaba el móvil. Le toque en el hombro ya que parecía no haberse percatado de nuestra entrada. Levanto la cabeza. Su cara se ilumino al verme.
-Sandy,  ¿Estás bien? ¿Dónde has estado? ¿Qué ha pasado? –me evaluó con la mirada para ver si tenía algún daño importante. Lo único que sobresalía un poco era la marca que me habían dejado las cuerdas. Evan las había apretado bien. Aunque Matt no lo dijera, se notaba que estaba fuerte, de no ser así no habría conseguido liberarme. Ah, y también un pequeño rasguño la rodilla, debido a la caída.  Cuando vio que no había que llevarme al hospital ni darme nada (era muy exagerado) nos hundimos en un profundo beso. No me había dado cuenta de que lo había echado de menos. Solo habíamos pasado una tarde separados. Pero en esa tarde habían pasado muchas cosas. El también parecía haberme echado de menos, si en esta tarde llena de contratiempos me había acordado de él, no sé lo que pasaría estando aburrida y separada de Johnny.
-Ejem, Ejem. Siento interrumpir tortolitos. Pero debemos irnos. Johnny ya te lo contaremos cuando estemos a salvo.- Se me había olvidado que debíamos irnos cuanto antes. En sus brazos todo parecía tan seguro cuando estaba entre ellos nada ni nada ni nadie podía preocuparme.
Subimos arriba y preparamos la maleta. No teníamos mucho que preparar por lo que en 5 minutos estábamos los tres en recepción. Johnny se encargo de explicara  la recepcionista porque abandonábamos el hotel antes del día previsto, de mientras Matt y yo cambiábamos nuestros pases, respectivamente, por otro que salieran de inmediato.  Nos costó 50 € más pero conseguimos un avión que salía dentro de una hora. El tiempo justo para llegar y subir al avión.

 Cuando ya estábamos sentados en los cómodos asientos del avión pudimos respirar con tranquilidad.  Hasta ahora no habíamos podido hacer eso. Evan podía aparecer por cualquier parte y eso me aterraba. Aquel individuo, el cual no podía ser llamado persona, era tan miserable, asqueroso… No había palabras lo suficientes horrorosas para definirlo.
 Ahora ya podíamos relajarnos y volver a la rutina. Volvería a ver la sonrisa de Camy; a oler el perfume de Isabelle; a oír los malo, malo, malo de Lily; A ver la carita de Emily; la fanfarronería de Billy; las quejas de Rosie; la amabilidad de Jisa; el aspecto sobreprotector de Eliseo y por supuesto a Henry. Ese apuesto caballero andante que era lo único en el mundo que hacía que no fuera capaz de amar a Johnny con todo mi corazón.  Algunas de esas cosas a otras personas les parecerían agotadoras o aburridas. Pero yo las echaba de menos. Aquellos eran los pequeños detalles que hacían que mi vida fuera feliz.
Estas horas en el avión eran insoportables. Jisa y Eliseo nos las habían puesto en horas aceptables para que no se hiciera tan pesado. Pero debido al gilipollas, teníamos que viajar de noche. Para algunas personas eso estaría genial, pero para mí no. Me resultaba difícil dormirme en aquellas butacas. Era todavía peor porque Matt y Johnny habían caído rendidos. Me daban envidia, yo también podría estar en un dulce sueño.
Al final conseguí dormirme. Cuando me desperté estábamos a punto de llegar. Las luces del cinturón parpadeaban nerviosas.  Desperté a Johnny y a Matt.
 Ambos se pusieron el cinturón. Mire a Johnny, a pesar de que  habíamos tenido que vestirnos rápido, el estaba tan seductor y encantador como siempre. Los  pelos  le acariciaban la nuca. El cabello le había crecido desde que lo conocí. Antes lo llevaba corto, formando una pequeña cresta. Ahora sin embargo, llevaba el pelo medio largo. No como los cantantes gitanos que le llegaban a la espalda, su pelo estaba a la altura perfecta, ni muy corto ni muy largo. Se había puesto la camisa azul de manga corta que se compro en la última tienda en la que entramos. Le estaba ajustada, es decir, le quedaba como le queda una guitarra a un guitarrista; como un ordenador a un funcionario… Parecía que estuviera hecho a su medida.
La presión de la bajada empezó a notarse. Minutos después  el avión había aterrizado y rodaba por la pista. Cuando la luz del cinturón se apagó nos preparamos para bajar del avión.

domingo, 20 de mayo de 2012

Capítulo 38. Vuelta al hotel


Nos encaminamos hacia el hotel. Matt seguía pesado con el tema de que lo convirtiera, pero una de mis facetas era la de cabezota. Cuando tomaba una decisión nadie conseguía quitármela de la cabeza. Matt todavía no lo sabía, pero creo que tras suplicarme 500 veces y que no cediera, empezaba a sospecharlo. No era un rasgo del que me sintiera especialmente orgullosa, pero así era mi forma de ser y me parecía que cambiarla sería un gravísimo error. La gente me decía cabezota, gilipollas y muchas cosas más pero como solían decir mis amigas también era pasota por lo que lo que me decían me entraba por un oído y me salía por el otro. Esas habilidades hacían que salirme con la mía me resultara fácil, la mayoría de las veces…
Intentamos rodear la calle en la que Evan me había atado pero era prácticamente imposible, si la rodeábamos tardaríamos horas mientras que si pasábamos por delante simplemente unos minutos. Decidimos que nadie era tan gilipollas de quedarse ahí sentado en vez de buscar a la persona que iba a matar. Lo más posibles es que hubiera salido a buscarme. Me parecía mucho más peligroso pasear de noche con todos los pirados que hay por las calles, que pasar cerca de un callejón en el que probablemente no habría nadie. No tuve que discutir mucho con Matt, ya que ambos poseíamos cerebro, no como otras personas que conozco.  Él decía que lo mejor era pasar normal, sobre todo no llamar la atención. Yo sin embargo optaba por correr. No se me daba muy bien disimular y eso hacía que pareciera de todo menos discreto.
-Bueno, tu trata de disimular lo mejor que puedas. Además nadie es tan tonto parea quedarse tres horas esperando a alguien en el lugar donde casi la matan. – En eso tenía razón. Además no llamábamos mucho la atención, yo llevaba mis sandalias, los shorts, la camiseta de tirantes y el pelo recogido en una coleta.  Él llevaba una camiseta verde botella, con una especie de monigote bailando break dance. Podíamos pasar perfectamente por dos turistas perdidos o que se dirigen a su hotel.
- Bueno vale, has logrado romper mi carácter cabezota con tu asquerosa simpatía. Pero no te ilusiones, que era porque tienes razón y porque estoy demasiado cansada para discutir.- Aclaré, no iba a dejar que ganará ninguna discusión tonta, y mucho menos si yo llevaba razón.
Nos íbamos acercando al callejón y yo me estaba poniendo cada vez más nerviosa. Sabía que no tenía motivos pero aún así no conseguía frenar los frenéticos latidos de mi corazón.  No me atrevía  a mirar fijamente al interior. Demasiadas posibilidades. Ahora había cambiado un poco de opinión, después de todo unas cuantas horas más o menos. A Johnny no le pasaría nada, si había sobrevivido 15 años sin mí podría pasar unas cuantas horas más. Paré a Matt, una calle antes del callejón.
-He cambiado de opinión…- Dije intentando no revelar que era porque tenía miedo.
-Sandy, no vamos a salir corriendo.- Dijo poniendo los ojos en blanco.
-No… prefiero rodearlo. La verdad es que tengo ganas de andar.- No soné nada convencible, pero lo de admitir el miedo  no era una de mis mejores cualidades.
-A ver si lo que tú quieres es otra cosa.- dijo dándome un pequeño codazo. No estaba para bromas. Un tío que quería matarme podía encontrarse en un callejón que estaba a menos de 8 metros de donde me encontraba. Puse cara de mala leche para que notara que no me hacía ninguna gracia.- Ehhh, ya sé que estás enamoradísima de Johnny, pero yo… tampoco estoy tan mal.

Capítulo 38. (Parte 2)


-Joder Matt, déjate de tonterías . No quiero pasar por esa calle y punto. Vamos- le cogí del brazo e intente arrastrarlo.
- Sabes que tardaremos mucho más. Y además Evan no es tan tonto como para estar allí. Es mucho más posible encontrártelo por otra calle.- todavía seguía intentando tirar de él. Pero tenía mucha más fuerza que yo, por lo tanto iba en dirección contraria a lo que yo quería. Me pareció raro que tuviera más fuerza que yo, era un tío, pero yo era un lobo. Pensé que debía de ser mi subconsciente, un lado muy pequeño de mi cerebro sabía que Matt tenía razón y no quería oponerse.
-Si muero… Te aseguro que me conseguiré convencer a Dios para que mande la muerte a por tu alma.- dije intentando sonar amenazadora. Pero lo único que conseguí era que soltará una sonora carcajada.-Lo digo muy en serio, tengo un gran poder de convicción.
- Vamos Sandy. – Como me iba a seguir arrastrando decidí ir andando por mí misma ya que llamaba mucho menos la atención. Pero mi corazón latía cada vez más fuerte. Sentía que se me iba a salir del pecho.
Pasamos por al lado del callejón. No podía creerlo, no me había pasado nada. Solté un largo suspiro. Tenía que haber confiado en Matt. Pero de pronto aparecía de entre las sombras con una maleta, no sé lo que llevaba allí. Pero quién lo conociera lo más mínimo sabría que no eran papeles ni nada parecido.
-Ohh, Sandy. Te has traído un amiguito. Siento la tardanza, no sabía donde lo había dejado. Soy un despistado. A Matt, muchas gracias por venir, así solo tendré que molestarme en ir a por el traidor.- Me imagino que se refería a Johnny. Mi cerebro quería correr, pero no me explico porque la información no llegaba a las piernas. Afortunadamente Matt me cogió de la mano y tiró de mí. Evan venía tras nosotros pisándonos los talones…
Solo podía pensar en correr. No me importaba si después me dolían los pies, si se me rompían las chanclas nuevas… Pero cuanto antes lo digo antes sucede. Se me rompió la chancla y caí al suelo. Eso era el final.  Evan me alcanzaría mucho antes de que me diera tiempo a decir Socorro.
-Matt, vete al hotel. Salvaros. Olvídate de mí.- dije totalmente convencida. No iba a permitir que cayeran dos personas por intentar salvarme a mí. No era tan importante para arriesgar dos vidas. Vi a Matt pararse y volver la vista hacia mí. Grité más fuerte. No iba a permitir que Evan acabara con los dos. Si él no llegaba nadie le diría a Johnny cuanto lo quiero. Nadie le diría que morí a las manos Evan y nadie vengaría nuestras muertes.

domingo, 13 de mayo de 2012

Capítulo 37. La alfa


Cuando ya estaba preparándome para morir vi una sombra. Genial, si que estaba cerca el hotel. Pero no era la figura de Evan, ni tampoco la de Johnny.
-Sandy estás bien. Lo siento sabía que ese tio me buscaba, pero no sabía que la tomaría contigo. Debería haberos avisado.- decía mientras me desataba. ¿Qué le buscaba? Una de dos o Matt era muy egocéntrico o Evan tenía más enemigos de los que yo pensaba.
-No importa, ya me lo explicarás mientras nos vamos. Evan volverá enseguida.-Dije siguiéndole la corriente, ya le diría después mis experiencias con aquel individuo.
-¿Cómo sabes que se llama Evan? – Preguntó Matt, alzando las dos cejas.
-Ya lo hablaremos después, ahora lo más importantes es ponernos a salvo.
Nos fuimos corriendo. Teníamos que buscar un lugar con mucha gente. Allí aunque nos encontrará no podría hacernos nada. Un lugar donde no esperaba que fuéramos. No podíamos volver al hotel, no sabía cuando se dio cuenta de que lo seguía, quizá justo cuando empecé. No iba a arriesgarme más, porque no había esperado a Johnny o simplemente haberlo avisado para ir con más cuidado.
-Rápido a la playa. Si sigue tan llena como esta mañana estaremos totalmente a salvo.- Por desgracia la playa estaba bastante retirada y tuvimos que andar mucho. Llegamos y nos sentamos en la arena. Solté un largo suspiro. No podía relajarme ni estando en San Francisco con mi novio. Ese Evan me las pagaría por estropearme el regalo.
-¿De qué conocías a Evan?- me pregunto. Me parecía bien que empezara él con las preguntas ya que yo tenía demasiadas.
-Pues, hubo un periodo en el que tuve que hacerme pasar por su criada. Hasta que descubrió que éramos lobos y tuvimos que huir. -Omití el hecho que había intentado violarme y que trataba a las chicas de un modo machista y arrogante.- Creo que es el culpable de la muerte de mis padres. Pero él, como cualquier culpable, me lo niega.
-Sandy, yo no creo que haya sido él. Estoy muy de acuerdo contigo en que es un gilipollas y un mounstro pero el casi nunca se ensucia las manos matando gente. Se dedica a dar órdenes. Solo mata en ocasiones especiales, como la que estabas a punto de presenciar. Yo creo que el asesino es… No sé. Es que lo llamaban su arma secreta. Él es demasiado tonto para ser ni siquiera un arma. Bueno seguro que tienes muchas preguntas que hacerme… Adelante, no te cortes.
-¿Y tú, de que conoces a Evan?- Sabía que había sido un guerrero de pequeño, pero no comprendía porque Evan iba detrás de él.
-Bueno pues, cuando iba con los guerreros Evan nos dirigía. Nos llevábamos bien, pero un día no estuve de acuerdo con sus órdenes. Como era pequeño y me encantaban los animales me parecía una autentica crueldad matar lobos. Evan me quería obligar a hacerlo, a si que decidí escaparme. Desde entonces Evan ha estado siguiéndome. No sabía que os conocíais.
-Ahora muchas piezas encajan, por eso fuimos a Groenlandia. No necesitábamos refuerzos como les dijo a todos, iba en busca tuya. Por eso está aquí.
-No sé como acaba encontrándome siempre. A lo mejor llevo un localizador en el culo o algo.- Hasta en los momentos más duros era capaz de bromar. Eso me recordó a Nicole, hacía tanto tiempo que no la veía. Pensé que cuando volviera a Groenlandia la buscaría y si no estuviera muy lejos iría a visitarla. 

Cap 37. (Parte 2)


-¿Dijiste en el avión que mis padres eran los supuestos jefes, los alfas quieres decir?- Quería preguntárselo desde que lo dijo, pero no confiaba en él. Ahora que me había salvado y respondido a lo de Evan pensaba que era digno de confianza.
-Sí, los guerreros se enteraron. Deberían de ser los que manejaban los movimientos de los hombres lobos.  Ahora que han muerto tú debes ser la alfa ¿no?- No lo había pensado. Yo la alfa, si ni siquiera sabía tomar pequeñas decisiones. Bueno por lo menos solo lo sabía Matt y Johnny. Pero no creo que Johnny se acordará de esa conversación.
-Sí, yo soy la alfa. Pero Matt, no quiero que nadie lo sepa. No estoy preparada para tomar decisiones.- Espere a que lo comprendiera, pero él no estaba de acuerdo conmigo.
-Lo que usted mande alteza. Pero que conste que pienso que sería una estupenda alfa-bromeo Matt.
-Aunque decidiera asumir mi puesto, no sería tu alfa ya que no eres hombre lobo.- El pareció pensarlo, para después darme la razón.
-No me lo recuerdes. Los hombres lobos pueden luchar contra los guerreros yo solamente puedo huir.-Me apeno que Matt tuviera esa opinión sobre sí mismo. Yo pienso que los hombres lobos deben de huir muchas veces ya que no se pueden convertir en cualquier lugar.
-No digas eso. Tú eras un guerrero, también puedes luchar.
-Que va, yo era pequeño aprendí unos cuantos nudos y a esquivar golpes de cachorros. Si en vez de salvarte yo, hubiera venido Johnny habría esperado a Evan y le habría dado lo que se merecía. Yo huí como un cobarde.- No soportaba verlo así, pero por una parte tenía razón, el no podía hacer nada contra los guerreros siendo un humano normal.- Oye Sandy. He oído que solo hace falta un mordisco para convertir a alguien. ¿Tú lo harías, por mi?- Tarde en comprender lo que quería decir. Yo no tenía ni idea de cómo se hacía. Matt puso cara de perrito triste.- No te cuesta nada.
-No estoy segura, ya te he dicho que no quiero tomar decisiones. Además no sé cómo hacerlo. Será mejor que se lo pidas a Johnny, el fue quién me marco. De todas formas no me parece buena idea, no es que ser hombre lobo sea malo, pero no quiero alterar la vida de nadie. Será mejor que te lo pienses dos veces antes de pedírselo, no vaya a ser que acepte.
-Ya sabes que Johnny me odia. No querrá que sea uno de los vuestros. Seguro que es capaz de tirarme del avión antes de marcarme. Así no tengo oportunidad de sobrevivir. Tarde o temprano Evan me encontrará y me matará. – puff, era un exagerado. Trate de animarlo cambiando de tema.
-Piruleta.- dije. Mis amigas decían que era un excelente método para cambiar de tema. Espero que llevaran razón.
-¿Qué dices? Estoy aquí contándote mis sentimientos y es lo único que se te ocurre. Piruleta. Eres…- la había cagado. No sé en lo que estaría pensando. Isabelle, Camy, Lily y Rosie me la iban a pagar. Anda que decirme que era un buen método.- Era broma. Pero ¿no vas a convertirme?
-No sé, lo que estoy segura es que si pasa, no va a pasar ahora.-Me di cuenta de que estaba anocheciendo. Mierda, Johnny estaría preocupado, no sabía nada de mí desde la siesta. Lo había abandonado cuando él se encontraba en la ducha…

domingo, 6 de mayo de 2012

Capítulo 36. La persecución


Claro como no me había dado cuenta antes. Era él. ¿Qué hacía aquí? No lo sabía pero lo iba a averiguar. Me cambie deprisa y baje corriendo por las escaleras. El ascensor iba demasiado despacio, seguro que al bajar ya me llevaba dos calles de distancia. Afortunadamente cuando salí por la puerta le vi. Seguro que habría estado molestando a la gente que pasaba por allí, pobre infeliz. Me escondí detrás de una farola. No me podía ver, si no pasarían cosas muy malas. Iba detrás de él. Afortunadamente él iba demasiado ocupado pensando en sus cosas para darse cuenta de que lo seguía.

Lo perseguí durante horas. Bueno por lo menos a mí se me hicieron eternas. Se dirigía a un callejón sin salida. Qué raro. Seguro que pretendía encontrarse con algún aliado suyo algo parecido. De repente se dio la vuelta. A mí me dio tiempo a esconderme tras un cubo de basura.
-Sandy, Sandy, Sandy… Nunca aprendes. Te escapaste una vez pero no te volverás a escapar. Sal y da la cara. Cuando me diste el puñetazo parecías más valiente… Bueno que podía esperar de una simple sirvienta. No eres más que una puta que va por las esquinas calentando a los tíos. Como a ese tal Johnny, de verdad le crees. Seguro que te ha dicho ya que te quiere unas cuantas veces, me sorprende lo inocentes que sois. Ya me contarás cuando te abandone después de echar un buen polvo. –se había pasado. Definitivamente se había pasado de la raya. Y no pensaba permitirlo. Salí de mi escondite y me convertí en lobo. Nunca había utilizado mi forma lobuna para atacar a ninguna persona. Pero eso no era una persona, era peor que un mounstro. Seguro que fue él el que cometió el asesinato de mis padres. Pagaría por todo lo que hubiera hecho y dicho.- Cálmate, nena. No vine aquí por ti. Eres muy egocéntrica. Viniste con él ¿verdad? – viendo que no tenía intención de atacarme me volví a convertir en persona. La transformación no duraba más de unos segundos y ambos sabíamos que yo saldría ganando. Se respondió el mismo a la pregunta que yo no pensaba responder.- Entonces es que todavía no lo sabes.
-¿Saber el que? Lo único que tengo que saber es que eres un mounstro y que asesinaste a mis padres. Tú eres el jefe de los guerreros. Solo tú pudiste hacer tal atrocidad.
-Yo. Como te he dicho antes eres muy egocéntrica. Mi vida no gira alrededor tuyo. Yo no maté a tus padres. Te diría quien pero eres lo suficiente lista como para averiguarlo tu solita.
-No podrás engañarme. No conozco a nadie que haya podido hacer eso. Nadie tan miserable, cruel y cobarde. Bueno si a ti. – Le mire con cara de asco. Ni siquiera se merecía que lo mirara. Además de matar a mis padres tiene la cara de decirme que no fue él. Me lance encima suya para pegarle con todas mis fuerzas. Pero el consiguió cogerme de las manos y pararme. Cualquier humano normal no habría podido conmigo pero él no era nada normal. Había caído en su trampa, era más listo de lo que pensaba, sabía que con sus insultos y mentiras me haría salir de mi escondite, y que no era capaz de atacar a alguien que, parecía que no iba a defenderse.

Cap. 36 (Parte 2)


-Llevo toda la vida luchando contra lobos y gatitas como tú. ¿Qué te pensabas que ibas a ser la única? La única diferencia es que ahora no está tu príncipe para salvarte. Que penita me das. Morir tan joven y guapa. Sabes si te hubieras unido a nosotros tendrías mucho más poder.  Serías mi reina. – Me susurro estas últimas palabras al oído. Qué asco me dio. Nunca me tendría, prefería morir.
-Me das asco. Nunca estaré contigo. Antes prefiero morir. – No pareció molestarse con mi desprecio. Intente morderle, pero me sujeto de forma en que no podía atacarle, y menos desprenderme de él.
-Bueno es una lástima nena. Va a ser un desperdicio. Pero si quieres morir, no te lo voy a negar.- Me convertí en lobo para tener más fuerza y poder liberarme de sus brazos. Pero me tenía bien cogida. Aunque  mi fuerza era mayor ya no podía escapar. Se las arreglo para atarme en un cubo de basura. Era un hombre súper raro. ¿Quién lleva una cuerda siempre a mano? Aunque también había que pensar que era un loco que quería matarme.  Volví a mi forma humana. No me valía de mucho estar en forma lobuna, si pasaba alguien, no creo que se acercara a ayudar a una pobre loba indefensa.
- Johnny vengará mi muerte. Te aplastará como un asqueroso bicho que eres. – Dije intentando meterle miedo, él no sabía que Johnny se encontraba muy lejos de aquí, y que no tenía ni idea de a donde había ido.
-Tu noviete no va a hacerme ningún daño. De hecho cuando te mate lo traeré aquí para que vea tu cadáver. Seguro que le encanta. Nos reiremos los dos juntos, que te crees que eres la mujer de su vida, que no hay más peces en el mar. Por favor. Que cursi. Seguro que ya te imaginabas a Johnny jugando con el pequeño Johnny junior mientras tú hacías la comida.-  No tenía tantos planes con Johnny, sus palabras me hirieron, pero no iba a dejar que él lo viera. Sabía que no tenía razón, Johnny me quería. Lo sabía, él me quería. No sé si pasaríamos el resto de la vida juntos, pero él no me quería solo para acostarse conmigo. No era un ser tan repulsivo, como Evan quería pintarlo.
-Así Y ¿Cómo se supone que me vas a matar?- Quizá tarde un poco más de lo normal en contestarle, pero ni una sola lágrima resbaló por mi mejilla. No le daría ese gustazo a Evan. Yo lloraba por muchas cosas, pero nunca por las palabras salidas de la boca de ese imbécil.
-Ummm, supongo que como eres mi reina, te dejaré elegir. Aquí no tengo materiales pero tranquila mi hotel está aquí cerca y me parece que tú no iras a ninguna parte.

En cuanto salió por el callejón me sacudí para librarme de las cuerdas. Pero estaban demasiado apretadas. Algo me decía que no saldría de allí. Había llegado mi hora. Johnny no tenía ni idea de donde me encontraba y mis amigos estaban en Groenlandia.