Nos encaminamos hacia el hotel. Matt seguía
pesado con el tema de que lo convirtiera, pero una de mis facetas era la de
cabezota. Cuando tomaba una decisión nadie conseguía quitármela de la cabeza.
Matt todavía no lo sabía, pero creo que tras suplicarme 500 veces y que no
cediera, empezaba a sospecharlo. No era un rasgo del que me sintiera
especialmente orgullosa, pero así era mi forma de ser y me parecía que
cambiarla sería un gravísimo error. La gente me decía cabezota, gilipollas y
muchas cosas más pero como solían decir mis amigas también era pasota por lo
que lo que me decían me entraba por un oído y me salía por el otro. Esas
habilidades hacían que salirme con la mía me resultara fácil, la mayoría de las
veces…
Intentamos rodear la calle en la que Evan me
había atado pero era prácticamente imposible, si la rodeábamos tardaríamos
horas mientras que si pasábamos por delante simplemente unos minutos. Decidimos
que nadie era tan gilipollas de quedarse ahí sentado en vez de buscar a la
persona que iba a matar. Lo más posibles es que hubiera salido a buscarme. Me
parecía mucho más peligroso pasear de noche con todos los pirados que hay por
las calles, que pasar cerca de un callejón en el que probablemente no habría
nadie. No tuve que discutir mucho con Matt, ya que ambos poseíamos cerebro, no
como otras personas que conozco. Él
decía que lo mejor era pasar normal, sobre todo no llamar la atención. Yo sin
embargo optaba por correr. No se me daba muy bien disimular y eso hacía que
pareciera de todo menos discreto.
-Bueno, tu trata de disimular lo mejor que
puedas. Además nadie es tan tonto parea quedarse tres horas esperando a alguien
en el lugar donde casi la matan. – En eso tenía razón. Además no llamábamos
mucho la atención, yo llevaba mis sandalias, los shorts, la camiseta de
tirantes y el pelo recogido en una coleta.
Él llevaba una camiseta verde botella, con una especie de monigote
bailando break dance. Podíamos pasar perfectamente por dos turistas perdidos o
que se dirigen a su hotel.
- Bueno vale, has logrado romper mi carácter
cabezota con tu asquerosa simpatía. Pero no te ilusiones, que era porque tienes
razón y porque estoy demasiado cansada para discutir.- Aclaré, no iba a dejar
que ganará ninguna discusión tonta, y mucho menos si yo llevaba razón.
Nos íbamos acercando al callejón y yo me
estaba poniendo cada vez más nerviosa. Sabía que no tenía motivos pero aún así
no conseguía frenar los frenéticos latidos de mi corazón. No me atrevía
a mirar fijamente al interior. Demasiadas posibilidades. Ahora había
cambiado un poco de opinión, después de todo unas cuantas horas más o menos. A
Johnny no le pasaría nada, si había sobrevivido 15 años sin mí podría pasar
unas cuantas horas más. Paré a Matt, una calle antes del callejón.
-He cambiado de opinión…- Dije intentando no
revelar que era porque tenía miedo.
-Sandy, no vamos a salir corriendo.- Dijo
poniendo los ojos en blanco.
-No… prefiero rodearlo. La verdad es que tengo
ganas de andar.- No soné nada convencible, pero lo de admitir el miedo no era una de mis mejores cualidades.
-A ver si lo que tú quieres es otra cosa.-
dijo dándome un pequeño codazo. No estaba para bromas. Un tío que quería
matarme podía encontrarse en un callejón que estaba a menos de 8 metros de
donde me encontraba. Puse cara de mala leche para que notara que no me hacía
ninguna gracia.- Ehhh, ya sé que estás enamoradísima de Johnny, pero yo…
tampoco estoy tan mal.