domingo, 20 de mayo de 2012

Capítulo 38. Vuelta al hotel


Nos encaminamos hacia el hotel. Matt seguía pesado con el tema de que lo convirtiera, pero una de mis facetas era la de cabezota. Cuando tomaba una decisión nadie conseguía quitármela de la cabeza. Matt todavía no lo sabía, pero creo que tras suplicarme 500 veces y que no cediera, empezaba a sospecharlo. No era un rasgo del que me sintiera especialmente orgullosa, pero así era mi forma de ser y me parecía que cambiarla sería un gravísimo error. La gente me decía cabezota, gilipollas y muchas cosas más pero como solían decir mis amigas también era pasota por lo que lo que me decían me entraba por un oído y me salía por el otro. Esas habilidades hacían que salirme con la mía me resultara fácil, la mayoría de las veces…
Intentamos rodear la calle en la que Evan me había atado pero era prácticamente imposible, si la rodeábamos tardaríamos horas mientras que si pasábamos por delante simplemente unos minutos. Decidimos que nadie era tan gilipollas de quedarse ahí sentado en vez de buscar a la persona que iba a matar. Lo más posibles es que hubiera salido a buscarme. Me parecía mucho más peligroso pasear de noche con todos los pirados que hay por las calles, que pasar cerca de un callejón en el que probablemente no habría nadie. No tuve que discutir mucho con Matt, ya que ambos poseíamos cerebro, no como otras personas que conozco.  Él decía que lo mejor era pasar normal, sobre todo no llamar la atención. Yo sin embargo optaba por correr. No se me daba muy bien disimular y eso hacía que pareciera de todo menos discreto.
-Bueno, tu trata de disimular lo mejor que puedas. Además nadie es tan tonto parea quedarse tres horas esperando a alguien en el lugar donde casi la matan. – En eso tenía razón. Además no llamábamos mucho la atención, yo llevaba mis sandalias, los shorts, la camiseta de tirantes y el pelo recogido en una coleta.  Él llevaba una camiseta verde botella, con una especie de monigote bailando break dance. Podíamos pasar perfectamente por dos turistas perdidos o que se dirigen a su hotel.
- Bueno vale, has logrado romper mi carácter cabezota con tu asquerosa simpatía. Pero no te ilusiones, que era porque tienes razón y porque estoy demasiado cansada para discutir.- Aclaré, no iba a dejar que ganará ninguna discusión tonta, y mucho menos si yo llevaba razón.
Nos íbamos acercando al callejón y yo me estaba poniendo cada vez más nerviosa. Sabía que no tenía motivos pero aún así no conseguía frenar los frenéticos latidos de mi corazón.  No me atrevía  a mirar fijamente al interior. Demasiadas posibilidades. Ahora había cambiado un poco de opinión, después de todo unas cuantas horas más o menos. A Johnny no le pasaría nada, si había sobrevivido 15 años sin mí podría pasar unas cuantas horas más. Paré a Matt, una calle antes del callejón.
-He cambiado de opinión…- Dije intentando no revelar que era porque tenía miedo.
-Sandy, no vamos a salir corriendo.- Dijo poniendo los ojos en blanco.
-No… prefiero rodearlo. La verdad es que tengo ganas de andar.- No soné nada convencible, pero lo de admitir el miedo  no era una de mis mejores cualidades.
-A ver si lo que tú quieres es otra cosa.- dijo dándome un pequeño codazo. No estaba para bromas. Un tío que quería matarme podía encontrarse en un callejón que estaba a menos de 8 metros de donde me encontraba. Puse cara de mala leche para que notara que no me hacía ninguna gracia.- Ehhh, ya sé que estás enamoradísima de Johnny, pero yo… tampoco estoy tan mal.

Capítulo 38. (Parte 2)


-Joder Matt, déjate de tonterías . No quiero pasar por esa calle y punto. Vamos- le cogí del brazo e intente arrastrarlo.
- Sabes que tardaremos mucho más. Y además Evan no es tan tonto como para estar allí. Es mucho más posible encontrártelo por otra calle.- todavía seguía intentando tirar de él. Pero tenía mucha más fuerza que yo, por lo tanto iba en dirección contraria a lo que yo quería. Me pareció raro que tuviera más fuerza que yo, era un tío, pero yo era un lobo. Pensé que debía de ser mi subconsciente, un lado muy pequeño de mi cerebro sabía que Matt tenía razón y no quería oponerse.
-Si muero… Te aseguro que me conseguiré convencer a Dios para que mande la muerte a por tu alma.- dije intentando sonar amenazadora. Pero lo único que conseguí era que soltará una sonora carcajada.-Lo digo muy en serio, tengo un gran poder de convicción.
- Vamos Sandy. – Como me iba a seguir arrastrando decidí ir andando por mí misma ya que llamaba mucho menos la atención. Pero mi corazón latía cada vez más fuerte. Sentía que se me iba a salir del pecho.
Pasamos por al lado del callejón. No podía creerlo, no me había pasado nada. Solté un largo suspiro. Tenía que haber confiado en Matt. Pero de pronto aparecía de entre las sombras con una maleta, no sé lo que llevaba allí. Pero quién lo conociera lo más mínimo sabría que no eran papeles ni nada parecido.
-Ohh, Sandy. Te has traído un amiguito. Siento la tardanza, no sabía donde lo había dejado. Soy un despistado. A Matt, muchas gracias por venir, así solo tendré que molestarme en ir a por el traidor.- Me imagino que se refería a Johnny. Mi cerebro quería correr, pero no me explico porque la información no llegaba a las piernas. Afortunadamente Matt me cogió de la mano y tiró de mí. Evan venía tras nosotros pisándonos los talones…
Solo podía pensar en correr. No me importaba si después me dolían los pies, si se me rompían las chanclas nuevas… Pero cuanto antes lo digo antes sucede. Se me rompió la chancla y caí al suelo. Eso era el final.  Evan me alcanzaría mucho antes de que me diera tiempo a decir Socorro.
-Matt, vete al hotel. Salvaros. Olvídate de mí.- dije totalmente convencida. No iba a permitir que cayeran dos personas por intentar salvarme a mí. No era tan importante para arriesgar dos vidas. Vi a Matt pararse y volver la vista hacia mí. Grité más fuerte. No iba a permitir que Evan acabara con los dos. Si él no llegaba nadie le diría a Johnny cuanto lo quiero. Nadie le diría que morí a las manos Evan y nadie vengaría nuestras muertes.