lunes, 2 de julio de 2012

Capítulo 43. Mi mundo


Cogí a Johnny del antebrazo y tiré de él. Corrimos hasta que nuestras piernas no aguantaron el ritmo. Después de dar unos cuantos pasos más, nos dimos cuenta de que habíamos llegado a un pequeño acantilado, que quedaba oculto entre la maleza del bosque, desde el cual se veía el mar.
Las gaviotas volaban de un lado a otro, únicamente se paraban para cazar algún pequeño pez que nadaba por allí.
-Mira lo que nos estábamos perdiendo. Mira como el sol se extiende por el cielo, como las nubes, blancas y esponjosas, se trasladan hacia otro lugar. Cuando me paro a pensar en todo lo que han viajado, cuántos países habrán visto, cuantas guerras habrán vivido, cuantos acontecimientos…- Me puso el dedo en los labios mientras me decía suavemente al oído.
-No había visto tu lado pasional. Ven, quiero enseñarte un lugar mucho mejor. Me levanto y me deje llevar por él. Dudaba seriamente que fuera capaz de mejorar ese paisaje.
Estaba emocionada por donde me podía llevar, sería un pequeño puerto donde los pescadores tradicionales te saludaban como si te conocieran de toda la vida, quizás una encantadora tetería en la que señoras rechonchas con las mejillas sonrosadas nos sirvieran el té con unos pastelitos. Miles de imágenes entrañables recorrían mi cerebro. Tantos sitios para visitar y tan poco tiempo.

Tras recorrer caminos que se me hicieron eternos. Llegamos a un claro, a mi no me pareció nada especial, se parecía mucho al claro en el que compartí momentos con Henry, pero no podía ser el mismo, habíamos andado tanto que teníamos que estar en la otra punta de donde nos encontrábamos anteriormente.
-Bueno… Esta muy bien.- No quería decir nada que hiciera cambiar sobre ese lugar que el apreciaba tanto. -Pero aún así prefiero el acantilado, el olor del mar hace que me relaje.-añadí intentando que el claro fuera más especial de lo que realmente parecía.
-Todavía no hemos llegado, esto es un simple camino como todos los demás por los que hemos andado. El lugar que te voy a enseñar es mil veces más hermoso. Espero sinceramente que te guste.- Yo también esperaba que me gustara, si no desilusionaría a Johnny.
Avanzamos entre pequeñas margaritas hasta que llegamos a ver otro claro, ambos estaban divididos por un pequeño hueco. Johnny salto al otro y me indico que hiciera lo mismo. Viendo que miraba seriamente el hueco que nos separaba alargó la mano de forma que yo pudiera agarrarme a ella. Con un salto minúsculo  llegue al otro extremo. Mire a mi alrededor y quede asombrada. Johnny se había quedado corto describiéndolo. A un lado pequeñas moras silvestres  me llamaban para que las cogiera. Me resistí ante eso, ya que podían ser venenosas, aunque la verdad parecían más inofensivas que aquellas pequeñas margaritas que habíamos visto antes.
La hierba crecía verde desde el suelo, esta parecía recién cortada, era lo suficientemente largo que hacía que  el suelo resulte cómodo, pero no tanto como para que los pies se te hundieran en el. Había flores de todos los colores, desde tulipanes amarillos, hasta exuberantes rosas rojas. Un poco más allá aviste un lago de poca profundidad en el que flotaban nenúfares. Y pequeños sapitos saltaban de un lado para otro.

Capítulo 43. (Parte 2)


Me senté en un banco cubierto de enredaderas por ambos lados. La naturaleza se mostraba por todos lados. En este sitio no había ni rastro de urbanización, el aire era tan fresco como antes de que se inventara el coche, pequeños pajaritos piaban en los arboles cercanos. Una pequeña inspiración de aquel aire, hacia que mis pulmones saltaran de alegría en mi interior.
-No voy a preguntarte que te parece, supongo que tu cara me lo dice todo. Descubrí este lugar en uno de mis viajes a Groenlandia, no sabía si me acordaba de cómo llegar, pero aquí estamos.- Johnny tenía razón mi cara debía de ser un cromo.
Se sentó a mi lado y pasó el brazo por detrás de mi hombro. Me agache y pose la cabeza en su pecho, aquí se estaba muy tranquila, y más con Johnny.
-Al final tienes razón mi niña, me está sentado muy bien ver sitios nuevos, sobre todo si los veo contigo.-Estuvimos un rato disfrutando de nuestra intimidad.

Johnny miró el reloj y se levantó sorprendido.- Estoy muy cómodo aquí, pero si no quieres contar lo que hemos estado haciendo toda la mañana debemos cazar algo pronto.
Pensé en la situación que nos vendría encima, las chicas riéndose y diciendo uhhh, dándome pequeños codazos, Henry mirando al suelo desanimado… No, mejor que cazáramos algo pronto.

Llegamos a casa y nos encontramos la mesa puesta y todos haciendo tareas por toda la casa, no paraban. Por lo que yo recordaba antes no estaban tan atareados. Aunque no habíamos tenido mucho tiempo habíamos cogido un oso, por lo que esta tarde no era necesario salir a cazar más tarde. Rosie, Lily, Camy e Isabelle estaban sentadas en el suelo. Sus carcajadas se oían por encima del barullo.
-¿Qué Sandy, has cazado mucho?- Pregunto Camy, el tono de la pregunta produjo risitas entre ellas.- Lo que me temo es que lo que has cazado no nos sirve para comer.-Aclaró por si no había pillado la indirecta.
Me uní a ellas, haciendo caso omiso a los comentarios, sabía que ninguna de ellas quería hacerme daño con ellos y como era verdad tampoco me molestaban. Momentos después nos unimos todos a la mesa para comer.
Había sido una mañana estupenda, y esperaba con ilusión que la tarde fuera igual, o me conformaba simplemente con que se parecieran.
Después de recoger la mesa me senté con las chicas en la pequeña salita y hablamos sobre como habíamos pasado la mañana. Examine sus rostros y me di cuenta de que Charlotte no estaba con nosotras, no me importaba mucho, pero me extrañaba que prefiriera estar sola a riéndose con nostras.
-Uff,  por fin ha terminado la mañana, las tareas de la casa me agotan. Si no fuera porque estamos todos juntos me volvería a mi casa.- dijo Isabelle, se notaba que era broma lo de irse, pero todas sabíamos que en lo primero tenía toda la razón.
-Bueno Sandy, tenemos que mandar más indirectas  o nos vas a contar porque habéis tardado tanto en cazar esa miseria.- Me ofendí un poco de la manera en la que se dirigía a nuestra caza, pero era verdad.
-Es que últimamente los osos están muy escondidos, seguro que la mayoría ha invernado.- Aunque yo la considere una buena escusa antes que decirla, ninguna de ellas me creyó. Isabelle levanto una ceja para confirmar lo que ya sospechaba.