domingo, 15 de abril de 2012

Capítulo 33. San Francisco

Llegamos a San Francisco, el avión empezó a realizar el aterrizaje. Casi no me había enterado del viaje, de pequeña siempre me imaginaba que volar sería genial pero la verdad es que ahora lo único que sentía era un poco de cansancio, 12 horas de avión era demasiado para ser la primera vez. Por suerte Matt no tenía reservada habitación en ningún hotel. Él decía que quería ir en plan mochilero.
-¿Qué os parece si nos vemos mejor al final del viaje? No quiero molestar.
-Si te parece bien, habíamos venido a pasar un fin de semana romántico entre los dos solos y…
-No digas tonterías Johnny, estaremos bien los tres juntos. Si tú quieres claro.-dije mirando a Matt, no había contado con que tuviera otros planes, me convenía conocer bien a alguien que me ayudaría a encontrar al asesino y mucho más si lo íbamos a meter en casa.
-No, claro que no, pero no quiero problemas. -sonrió mirando a Johnny, su personalidad le obligaba a llevarse bien a todos.
-No que va, si a mi niña no le molesta porque me va a molestar.-No comprendía porque mostraba tanta inquietud por el tema de mis padres. Bueno la verdad es que era normal porque a quien no le pone nervioso una muerte violenta.
Fuimos al hotel que habían escogido Eliseo y Jisa para nosotros, era Baldwin hotel, era un nombre raro pero la verdad tenía buena pinta. La entrada poseía  un toldo verde, sería de unos diez pisos de alto, la fachada era color beis. Parecía de todo menos un hotel. Entramos al principio vimos a una joven recepcionista. Se notaba que era americana, rubia y un poco gordita.  Llevaba un uniforme que constaba de un chaleco verde y una camisa por debajo negra. También llevaba una corbata y una placa de identificación en la que ponía Alice.
-Hola, teníamos una reserva a nombre de Sandy.-La recepcionista se puso a mirar en un libro en el que debía de tener los nombres de las reservas. Después miro a Matt.
-Perdonen pero no poseemos ninguna habitación de tres personas.-aclaró Alice
-No, yo voy por otra parte. Aunque mejor si nos pone en habitaciones cercanas.-dijo Matt con una de sus sonrisas.
-Bueno ustedes pueden ocupar su habitación es la Nº 142, sigan ese pasillo a la izquierda y encontrarán el ascensor. Aquí tienen el horario de desayunos, comidas y cenas. La piscina está abierta de 8:00 a 14:00 por la mañana y de 17:00 a 23:00. Si necesitan algo no duden en llamarle.-se le notaba que estaba harta de ese discursito, yo también lo estaría todos los días lo mismo. Esperamos a que le dieran una habitación a Matt. –En cuanto usted, la habitación más barata y cercana a la de ellos es la Nº 100. A no ser que usted esté dispuesto a pagar 400$ más por una doble solo para estar cerca de sus amigos.
-No gracias la Nº100 está bien.
Nos encaminamos hacia el pasillo izquierdo.  En la entrada había unos sillones  y una mesita de café. El pasillo no era ni muy estrecho ni muy ancho, era como si estuviera hecho para  que pasaran pocas personas. Estaba adornado con unas cuantas macetas en las esquinas y fotos antiguas del hotel, además de maravillosos paisajes. Al final de pasillo había un ascensor en el que según un pequeño aviso cogían 8 personas. Como solo éramos tres no había problema. Miramos la llave y la información que nos habían dado, nuestra habitación se encontraba en la planta 8.
Dejamos a Matt en la planta 7.  Llegamos a nuestra habitación, y abrimos la puerta.

Cap 33. (Parte 2)

-Bienvenida a nuestro nidito de amor- dijo tontamente Johnny. Me cogió en brazos como si fuera un bebe y me tiro a la cama. Poco después me levante  y empecé a deshacer la maleta.
-¿Oye por qué no vamos a comprar un poco de ropa? No quiero volver a ponerme ese asqueroso uniforme.
-Estoy de acuerdo contigo, te voy a comprar lo que tú quieras.
-Bueno no nos podemos pasar, que no es que seamos millonarios.-le recordé.
-Pero he guardado unos ahorros para mi chica.- Sus manos me rodearon por la cintura. Yo apoye la cabeza en sus hombros.
-Tienes suerte de que no sea caprichosa. ¿Y tú que no te vas a comprar algo más sexy?- dije dándome la vuelta y poniendo mis manos sobre su nuca.  Acaricie su pelo negro, estaba suave.  Su camiseta era ajustada, se le marcaban los músculos del pecho.
-Me comprare lo que tú quieras.- sus labios encontraron los míos, fue un beso intenso pero muy dulce a la vez.  – Te quiero. Te quiero mucho.- Otra vez esa palabra, no sé si trataba de convencerme de ello. Con una vez había tenido suficiente. Yo también lo quería mucho, pero no comprendía cómo era capaz de decir esas palabras con tanta facilidad. De todas formas debía alegrarme de ello, un chico lo suficientemente valiente como para expresar sus sentimientos de tal manera. Decidí no calentarme la cabeza.
-Bueno vámonos de compras, tendremos mucho tiempo solo para nosotros.-lo cogí de la mano y lo arrastre fuera de la habitación. - Bueno ¿en qué habitación estaba Matt?
-Para que necesitamos a Matt, Yo solo te necesito a ti.
-Johnny hemos aclarado que quiero conocerlo antes de confiar en él. Es el que me va a ayudar  a encontrar al cruel y asqueroso monstruo que acabo con la vida de mis padres.
-Bueno, estoy de acuerdo en que quieras encontrar a ese tipo. Pero quiero estar contigo a solas este fin de semana. Después  podrás hacer lo que quieras. ¿No quieres pasar un  fin de semana conmigo?
-Claro que quiero cariño, bueno  no creo que pase mucho por conocerlo después. ¡¡¡ Nos vamos de comprass!!!- lo dije en el tono súper pijo, el que usaron los protagonistas de pelo en pecho. Me encantaba burlarme de las típicas pijas que solo le importan las compras y poco más. Él soltó una carcajada tras mi imitación.

Salimos del hotel, no teníamos ni idea de por dónde empezar.  Recorrimos una calle, encontramos una tienda y entramos. Estaba decorada de forma moderna, las lámparas colgaban del techo eran blancas y las paredes eran azul celeste. Nos pusimos a mirar vestidos veraniegos y conjuntos. Aquí hacía mucho más calor que en Groenlandia y si encima le sumabas la temperatura de los hombres lobos…
-¿Qué te parece este?- dijo Johnny enseñándome unos shorts vaqueros y una camisa azul clarito de tirantes.
-Me encanta, no sabía que  conocieras mis gustos. Ahora vamos a buscar algo mono para ti. Mira.- Le señale  unos pantalones que le llegarían por la rodilla eran de color caqui y una camisa de color verde manzana.
-Ummm, está bastante bien. Pero qué tal si en vez de color caqui me los compro blancos.-la verdad es que el color caqui no me gustaba mucho. El blanco le quedaría mucho mejor. – Bueno ahora que ya tenemos la ropa que tal si vamos a comprar otro par de bañadores.
-Bañadores para que si ya tengo uno. Anda creo que me lo he dejado en casa, soy súper despistada.- Me lo había dejado aposta para no tener que bañarme pero no había contado con los ahorros de Johnny.
-Bueno pues con más razón. No te pensarás que con el calor que hace no nos vamos a bañar en la playa.
-Pues no tengo muchas ganas de bañarme.- le dije a Johnny, el no comprendía mis razones y no tenía muchas ganas de explicárselo, pero no quería esperar hasta el último momento como la otra vez. Pasé tanto miedo para nada. Pero en la playa seguro que hacia pie, se lo diría antes de meternos en el agua sobre todo si había marea.
-De esa fobia al agua que tienes ya hablaremos, que te crees que no lo note cuando lo del lago.  Ahora lo que me importa es que vamos a comprar tu biquini y mi bañador. En esta tienda no hay, tendremos que seguir buscando.
Paseamos por la calles y vimos un montón de tiendas, en una me compre unos pantalones negros piratas un poco cagaos, eran bastante cómodos, y una camiseta de manga corta roja. Johnny sin embargo se compró tres bañadores y dos camisetas. Los bañadores eran todos diferentes, uno era azul clarito con cuadros negros, otro era simplemente rojo y el otro era  con muchas formas que contenía los colores: negro, blanco, rosa y azul. A mi él último era el que más me gustaba. Las camisetas una era azul eléctrico con una especie de monigote en el medio y la otra era una camisa rosa en la que ponía soy del tipo de amigos que mi madre no quiere que tenga a él le hizo gracia el mensaje pese a que no sabía nada de sus padres. Finalmente consiguió comprarme un biquini rosa, blanco y negro.