domingo, 10 de junio de 2012

Capítulo 41. Miradas


Me acerque a la chica, para observarla mejor, tenía una tez blanquecina en la que resaltaban unos grandes ojos azules. Su cabello era de un color marrón oscuro y le llegaba un poco más debajo de la altura de los hombros. Era un poco pecosa, pero las pecas eran tan claras que si no te fijabas no se notaban.
-Hola… Yo soy Sandy. ¿Y tú quién eres?- pregunte intentando ser amable. Estaba intrigada por quién podía ser aquella chica. Aquella que se había introducido en mi casa cuando yo estaba con mi novio de vacaciones. Henry era demasiado confiado, podía a ver metido a una psicópata asesina en la casa sin saberlo. Pero no tenía pinta, seguramente serían paranoias mías. 
-Yo soy… Charlotte. Henry me rescató en el bosque después del ataque. Bueno eso es agua pasada, quiero olvidarlo. Y parece que este lugar es perfecto para lograrlo.- dijo tímidamente, su voz no se alzo lo suficiente como para superar el piar de los pájaros, pero tras acercarme un poco más conseguí entenderla.
-Nos ha contado lo que lo hicieron esos monstruos, no quiero que sufra, así que mejor que no lo repita. Sandy si tienes curiosidad pregúntale a cualquiera.- Henry se puso a su lado. Estaba de acuerdo con que no reviviera su ataque, yo había tenido que revivir el momento de la muerte de mis padres muchas veces, y daría lo que fuera por no volver a hacerlo.

Volví con los chicos dejando a Henry y a Charlotte solos. Minutos después me siguieron hacia el interior de la casa.  La mesa estaba puesta, ahora con dos más era más grande y estábamos más apretujados. Pero no me importaba eso, me recordaba a las maravillosas comidas con mi familia en casa de mi abuelos. Era pequeña, pero ese recuerdo estará por siempre en mi cabeza. Todos nos sentamos y empezamos a comer.
-Bueno Sandy, y eso que habéis vuelto antes. ¿Nos os gusto el viaje?- pregunto Jisa intrigada. El instinto maternal de Jisa era adorable, pero no iba bien encaminada, claro que quién se iba a imaginar que encontraríamos a Evan en San Francisco.
-No Jisa, San Francisco es genial. El hotel, el avión… Todo estuvo muy bien, pero tuvimos un pequeño ¨percance¨. – dije poniendo énfasis en la palabra percance. No me apetecía hablar de aquello. Tenía que explicarlo todo, y sobre todo lo tonta que había sido al seguir a Evan. Otra vez demostraría que me dejaba llevar por mis impulsos en vez de usar la cabeza, vergonzosamente empecé a relatar lo ocurrido. Pero no pude llegar muy lejos, ya que antes de que pudiera decir una palabra Matt empezó a hablar.
-Bueno, ese pequeño ¨percance¨ fue por mi culpa.-dijo Matt. Él pareció notar que yo no quería hablar por lo que tomo la palabra sin mencionar mi falta de sentido común.- Yo, como ya sabéis, era un guerrero, y por lo tanto poseo información que a ciertas personas no les interesa que revele. Una de esas personas me siguió a San Francisco. – Muy caballeroso por su parte asumir toda la culpa y omitir el hecho de que casi nos matan.
-Y coincidió que también venía a por nosotros. Por lo que ambos tuvimos que huir.- aclaró Johnny. La mesa estaba en absoluto silencio cuando una aguda  vocecilla dijo:
-¿Era Evan?- Aquella voz era la de Charlotte, creía que lo bajito que lo había dicho antes se debía a la vergüenza, pero parecía que ella era así.
-Si… ¿Como lo sabes?- pregunto Matt, con una gran sonrisa en la cara. A lo mejor el brillo que había visto antes en su mirada se debía a ella. Decidí no adelantarme a las circunstancias ya que el poseía esa sonrisa siempre.
- La rescatamos después de un cruel ataque por parte de los guerreros.- dijo Henry tomando parte en la conversación.  Note un poco de dolor en sus palabras, no sé cuantas veces tenía que haber dicho esas palabras, y como siempre Henry empatizaba con los de su alrededor.
-No nos van a coger… ¿Verdad Sandy?- me pregunto nerviosa Emily. La pequeña niña jugueteaba nerviosa con uno de mis rizos.- Porque tenemos a los chicos que son muy fuertes. Tenemos a mi hermanito, a Billy, a Eli; -Era como llamaba Emily a Eliseo, a él no le importaba ya que cuando Emily te miraba con esa carita hacías lo que quería- Y ahora también a Matt, y…- paro hablar y poso sus dulces ojitos sobre Johnny, pero no añadió nada más. No sabía porque Emily se mostraba tan distante con él. Tal vez fue porque vio la tristeza en los ojos de Henry cuando dijo que yo quería a Johnny. Las niñas no olvidan fácilmente, y menos Emily.

Capítulo 41. Parte 2


La cena termino poco después, no dijimos nada más excepto algún que otro comentario sobre lo que había pasado estos días anteriores. Después Isabelle, Lily, Camy, Johnny y yo recogimos la mesa. Rosie y Eliseo lavaban los platos.
Después de terminar de recogerlo todo, las chicas y yo nos metimos en la que era su habitación. Camy la había decorado un poco con la pintura que sobro de la otra casa. Pero aún así estaba mucho mejor que antes. Empezamos a hablar como siempre.
-Habéis visto al nuevo. Sandy tu que pasa cada vez que sales traes un tio bueno.- dijo Camy en plan broma.  Aunque sabía que Matt podía pasar perfectamente por un modelo.
- Bueno pues la próxima  vez me voy contigo.-dijo Lily y todas reímos a la vez.  Rosie como casi siempre se quedo callada sin soltar ningún comentario, y riéndose. Lo que me resultó bastante raro es que Isabelle no dijera nada. Ella hablaba normalmente, no tanto como yo, pero hablaba. Y si se trataba del físico de un chico… Nos podíamos tirar horas enteras hablando.
-Isabelle, y tú qué piensas de Matt- pregunte indirectamente. Todos los ojos fueron hacía Isabelle, la que empezó a ponerse un poco nerviosa. Pero, finalmente contesto.
-Bueno, es… normalito.- todas nos quedamos anonadadas frente la respuesta. Podíamos decir  que un  chico era feo, que era guapo, que estaba súper bueno, pero que era normalito. Nunca habíamos oído tal calificación en ninguna de nuestras conversaciones. – Bueno quiero decir que está bastante bueno, pero esta mejor el  Alex Pettifer, ¿o me vais a decir que no?- Todas coincidimos en eso, un tio podía estar buenísimo pero si superaba Alex Pettifer…

La conversación  siguió y no volvimos a sacar el tema de Isabelle y sus palabras para describir a Matt.  Poco después cenamos lo que había sobrado de la comida. Una vez más volvíamos a la rutina, la cuál a veces parecía cansada pero a mí me gustaba dejarme de tanta playa, y tanto calor.
Llego la noche y tocó acostarse. Subía a nuestra habitación. Johnny estaba tumbado en la cama con unos bóxer  lilas con rayas negras. Tenía la cabeza apoyada en la pared y estaba ojeando un pequeño libro.
-¿Qué lees?- pregunte acostándome al lado suyo.
-Nada importante.- Dejo el libro y se volvió hacia mí. - ¿Y tú, que tal tú primer día de vuelta al día a día?- preguntó mientras me apartaba un rizo de mi cara.- Por cierto te he dicho alguna vez que me encantan tus tirabuzones.
- Bueno, no creo.- empecé a ponerme un poco roja. No sabía por que pero cuando algún chico  me decía algo bonito, en vez de contestarle un simple gracias o alguna indirecta inofensiva, me ponía roja como un tomate y agachaba la cabeza. Johnny puso el dedo índice  en mi barbilla y me levantó la cabeza poco a poco.
-No tienes porque ruborizarte, no te lo digo porque te quiero ni porque estoy tan enamorado de ti que dos segundos sin ti serían un infierno. Te lo digo porque es verdad. Tu pelo es precioso, tus ojos de color avellana te hipnotizan nada más mirarlos. Y el resto de ti es tan perfecto o más.- Si no quería que me ruborizara eso no ayuda en nada.
- No digas tonterías. Lo dice el chico que no tiene unos pedazos ojazos azules, que no tiene la piel sin un solo grano. Que no tiene un cuerpo perfecto. Que no es sensible, simpático y cariñoso. Por favor, si te presentaras a un concurso de perfección te echarían porque no admiten profesionales.- Unos segundos después en su rostro asomo una pequeña sonrisa, él sabía que yo tenía razón, y no solo lo pensaba yo, las chicas que nos miraban atónitas en San Francisco me habían recordado que estaba con un 10 y no llegaba ni a un simple 6.
- A la, exagera un poco más. – Empezó a imitar una escena de American dad.-  Sandy, es la policía, vienen a arrestarte por exagerada.- la voz de Stan Smith le salía calcada. A pesar de que pretendía convencerlo no pude evitar la carcajada que amenazaba con salir de mi garganta al oír su imitación.