Después
de contarles mi salida romántica con Johnny, saltándome algunas cosas, que
prefería que quedaran entre él y yo, ellas pensaron que me hacían falta
algún que otro comentario. Así que sin molestarse en preguntar añadieron
diversas opiniones a mi relato.
-Ya
sabía yo que la Sandy no era tonta.-Dijo Camy. No sé si debería darle las
gracias o enfadarme con ella. Opté por no hacer ninguna de las dos cosas.
-Ojala
tuviéramos la misma suerte-Añadió Rosie en voz baja.
-Pero
que dices, tú tienes a Billy, seguro que si le dieras una oportunidad estaríais
los dos muy bien juntos.-Rosie giró la cabeza para que no viéramos su rostro,
pero ese gesto solo podía significar una cosa, se había ruborizado.
Pasaron
las horas, pero eso no hizo que nuestra conversación perdiera su gancho, ni
mucho menos que dejáramos de reírnos.
-Ey
chicas ¿Queréis algo de merendar? Hace meses que no meriendo.- Las chicas
asintieron.
-Yo quiero
una coca cola, y palomitas -Dijo Lily. Camy, Isabelle y Rosie me miraron y supe
que todas querían lo mismo.
-Pues no
sé si esta casa se puede permitir el lujo de coca colas y palomitas, pero mejor
mirar a ver.- Me dirigía hasta la despensa cuando un lado de mi cerebro pensó
que no quería ir hacia allí. No sabía de
qué parte de mi encéfalo se trataba, pero estaba claro que se estaba haciendo
oír. Decidí no hacerle caso, que podía haber dentro que no fueran alimentos.
Era una despensa.
Conseguí
callar a la porción que se había mostrado tan insistente antes y me acerque más
a la puerta. Alargue la mano para meterme en el interior. No sé porque me daba
la impresión de que todo lo que hacía pasaba a cámara lenta, deje de demorarme
en una acción tan absurda y abrí la puerta.
Enseguida
me reprendí por no haber hecho caso al pequeño aviso que mi cerebro me había
enviado. Cerré la puerta inmediatamente y subí las escaleras lo más rápido que
me permitían mis pies. No debería afectarme tanto lo que había visto, pero no
podía evitar que las lágrimas cayeran por mis mejillas. Llegué a la habitación
y me tiré en la cama, no sé donde se encontraba Johnny pero me alegraba de que
no estuviera allí.
Claro
que Charlotte no quería estar con nosotras, quién querría compartir una
estúpida charla con crías cuando podía estar morreandose con Henry. Mi cabeza
defendía dos opciones, una que había visto un espejismo por la posición de los
astros, totalmente absurda, y dos, que ya no le importaba a Henry ni lo más
mínimo, ni siquiera me quería como amiga. No había sido capaz de decírmelo a la
cara. De decirme que Charlotte era más guapa que yo, que ella besaba mejor, que
ella nunca le dejaría por otro tio como hice yo, que Emily la quería más, que
desde el primer momento que la vio supo que me había olvidado y que ella era la
mujer de su vida. Sabía que cada comentario que aparecía en mi cabeza hacía
que el hecho de que estuvieran juntos me doliera aún más. Siempre había querido
que Henry fuera feliz, pero el hecho que me lo hubiera ocultado. Yo pensé que
mi rechazo no él había afectado tanto como para dejar de contarme sus secretos.
Seguramente sería la única que no lo sabía. Habrían dicho lo de las palomitas
aposta las chicas para que me enterara antes del romance, no creí que ellas
fueran capaz de eso, me lo hubiera tomado de otra forma si Henry me lo hubiera
dicho.