lunes, 4 de julio de 2011

Capítulo 10. (Parte 2)


Intenté colarme en el hueco por el
que aún entraba algo de luz, pero era demasiado tarde. El ascensor comenzó a descender
despacio. Mientras bajábamos, numerosos estruendos de disparos, gritos, llantos
y el sonido del acero de las espadas que empuñaban, obstruían nuestros oídos
hasta hacerlo insoportable. La faz de Nicole estaba más blanquecina que nunca.

Sus ojos mostraban tristeza y sus labios recitaban un silencioso: “Lo siento”.

Deseaba que esto no estuviera
sucediendo. Que todavía estuviese durmiendo plácidamente en mi cama y dentro de
unos minutos, Emily viniese a despertarme con un cariñoso besito en la mejilla,
como cada mañana. Levantarme y ver a Becca preparando el desayuno a sus hijos.
Ir a jugar con Robert. Y sobre todo, salir a cazar con Henry.


Pero los deseos no siempre se cumplen
en esta vida. Sabía que eso no volvería a pasar, que, a partir de ahora, la
sonrisa de Emily no estaría ahí por las mañanas. Becca no me agradecería más la
caza de su comida favorita, ciervo. No volvería a tropezarme con un juguete y
Robert reiría divertido. Nunca volvería a hablar con Henry.

Una solitaria lágrima corría veloz
por mi mejilla, dejando paso a otra que venía detrás, algo más rezagada.
-Sandy, lo siento.- Nicole, que había
alzado la voz por primera vez, parecía afectada ante lo sucedido. El

verdeazulado de sus ojos ahora estaba vidrioso y algo brillante.
-No tienes porqué. No ha sido tu
culpa.- Los sollozos, que reconocí como de Robert, fueron acallados por un
único disparo. No me serviría de nada llorar, pero mejor fuera que dentro. Mi
prima cerró los brazos al rededor mi cuello y secó las lágrimas que brotaban
nuevamente con fuerza y quemaban mi húmeda mejilla. La idea de tener a Nicole a
mi lado me consolaba. Sin embargo, me sentía tristemente vacía y sola.
Las puertas del ascensor se abrieron
a nuestras espaldas. Una chica (de aparentemente treinta años) nos miraba
sonriente. Llevaba su pelo azabache recogido en un moño, atado con un fino lazo
blanco. Su traje, que parecía decir:
“Hola,
soy Concha y seré vuestra sirvienta”
, era negro por encima de las rodillas,
sin mangas y con escote barco. De cintura para abajo llevaba un delantal a
juego con la cinta y sus zapatos eran victorias con cordoneras. Sin duda Nicole
estaría pensando: “Menudo horror”.
-Vosotras debéis ser las nuevas.-
¿Perdón?
“Seguirles la corriente en
todo.”
La voz de Becca retumbó en mi cabeza formándome un nudo en la
garganta.- Soy Ally. Venid. Bienvenidas a vuestro nuevo hogar.

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