lunes, 16 de mayo de 2011

3º Capítulo. (Parte 1)

3. Rarezas.

Habían pasado tres meses de la muerte de mis tíos. Nos habíamos adaptado a la tranquila vida de Shinix-Ville, a sus paseos matutinos alrededor de la hermosa orilla del río, su resplandeciente amanecer…


Yo acepté el trabajo que me había ofrecido Angelique, por lo qué era la única persona junto con Eliseo que traía dinero a lo que ahora me había acostumbrado a llamar casa. Nicole, por su parte, se quedaba con Jisa preparando la comida y haciendo recados. Últimamente se tiraba todo el día en la panadería con su nuevo novio, Luis. Un chico de pelo moreno con ojos azules verdosos. Aunque Eliseo, por una alguna razón que no había creído oportuna comentarme, desconfiaba de él. Y no se podía decir que a mí me cayese muy bien.


El sol se cribaba radiante esa mañana. Nicole, había quedado con el señor panecito para dar una vuelta. Yo, estaba asomada a la ventana del salón mirando el reluciente amanecer, disfrutando de cada rayo de sol que se filtraba por la cortina. La abrí con intención de airear la casa, desde que Luis había llegado, la habitación olía a chucho recién bañado.


Alcé la mirada. Él estaba de pie, detrás de mí. Lo notaba nervioso, sus ojos se movían inquietos de un lado a otro sin saber bien dónde posarse. Ahora era yo la que estaba turbada, no podía mirarle, me incomodaba todo él.


Aparté la mirada y aprovechó la oportunidad para abalanzarse sobre mí, empotrándome contra el resquicio de la ventana. Aún aturdida por el golpe y bastante sorprendida ante tal placaje, reuní todas mis fuerzas en asestarle un único golpe. Le había dado en el costado izquierdo. Se tambaleó estupefacto, alejándose de mí, pero no tardó mucho en recuperarse y adoptar una posición de ataque típica de las películas de acción. Antes de poder salir corriendo, agarró mi muñeca y volvimos a la posición asfixiante de antes, sólo que estaba vez cerraba su mano alrededor de mi cuello, obstruyendo la entrada del aire. Nos dimos la vuelta, quedando Luis apoyado en la ventana y yo con más espacio libre para moverme. El escaso oxígeno que quedaba en mis pulmones se iba consumiendo poco a poco. No me quedaba mucho tiempo y no tenía armas útiles a mano. Únicamente esa idea pasó por mi cabeza. Mordí su brazo en un intento de zafarme de sus garras. Le empujé para apartarlo de mí lo antes posible, pero no sólo se alejó de mí, sino que cayó por el mirador. Tres pisos. Acababa de tirar a un chico desde un tercer piso.


Había sido en defensa propia. Pensé: tal vez no está muerto, tal vez se ha roto algo y… Me asomé a la ventana asustada, me sudaban las manos y me temblaban las piernas.


No había nadie. El suelo estaba igual que hace cinco minutos. No había rastro de nada. Pero eso no era lo único por lo que me preocupaba. Si el señor panecito, ahora señor psicótico paranoico, no estaba muerto, quería decir que vendría a por mí. Los locos siempre buscan venganza.



Nicole lo había pasado fatal. Jisa y Eliseo se miraban preocupados cada dos minutos. Yo, empezaba a sufrir de agorafobia. Normalmente, cuando una persona se cae desde un tercer piso, una de dos: o muere, o queda mal herido. Y nada de eso había pasado. ¿Normalmente? ¿Pero qué digo? Lo normal no es empotrar a la gente contra la pared, y mucho menos intentar estrangularla.


-Jisa, eso significa que lo es. ¿Cómo si no explicas que no haya rastro de nada? No creo que Sandy se invente algo así.- Estas casas son muy pequeñas y por muy bajo que hables se te escucha en todos lados.

1 comentario: