lunes, 23 de mayo de 2011

4º Capítulo. (Parte 1)


4. El lobo.


Desde el intento de asesinato de Luis no había salido de casa. Le tenía miedo, pánico, mucho pánico.


La angustia de Nicole, día a día, iba disminuyendo. Aunque siempre preguntaba por su novio desaparecido. Normal. Para ella Luis era un chico corriente y sencillo. Ah, y “mono”. Pero yo sabía la verdad, él era todo lo contrario, incluso se le podía atribuir peligroso entre otros cientos de adjetivos por el estilo.


La tarde se tamizaba de un precioso naranja tranquilizador. Me había tocado quedarme sola en casa. Desde la desaparición de Luis esto era impensable, pero necesitaba un respiro y en los minutos que Jisa y Nicole tardarían en volver no me pasaría nada.


La señora Cheshire había ido a comprar y, ya de paso, acercarse a la reserva natural que hay en la montaña. Nunca aguantaba metida en la casa mucho tiempo. Adoraba el aire libre y protegía a los animales con su vida. Según me contó siempre había querido tener un perro, pero guiñándome un ojo y señalando a Eliseo añadió:


-Aunque ya tengo algo parecido.


Nicole, por su parte, había optado por darse una vuelta por el claro que asomaba detrás de la casa. Según ella le ayudaba a despejar la mente. Ya sabía yo que todo lo relacionado con estar al aire libre le gustaba. Sin embargo, Eliseo no estaba a favor de que se paseara tan a sus anchas por lugares tan abiertos. Había puesto escusas tales como: “tienes que buscar trabajo”, “ayuda a Jisa”, “ve a la compra”… pero en realidad, era por el peligro que acarreaba dejarla sola. Luis seguía ahí fuera, al acecho tal vez, por lo que no podíamos asumir ese riesgo. A lo mejor no solo me quería a mí, sino que además raptaría a Nicole. Nadie se imagina lo que tiene un lunático así en la cabeza.


Un pequeño chasquido me sacó de mis pensamientos sobresaltándome.


Las finas ramas del esquelético árbol, que anidaba en el lado derecho de la ventana, se habían tropezado con el cristal guiadas por la débil brisa.


El parquet del suelo crujió tras mi espalda. ¿Habría alguien detrás de mí? Me giré rápidamente algo incómoda. ¿Tiraría a esa persona por la ventana? Pero no había nadie. Volví la mirada y continué con la vista clavada en los reflejos azules, añiles y esmeraldas que desprendía la superficie del lago. Sin lugar a dudas, Arizona era un precioso sitio donde vivir.


Otro crujido llamó mi atención. Algo no encajaba bien, aunque viéndolo de otro modo, yo estaba paranoica desde lo de Luis. Podían ser imaginaciones mías.

El silencio sepulcral me hacía estremecer, era intimidatorio. Lo normal de una casa vacía es que esté en silencio, pero este silencio era de todo menos usual. Un olor llegó hasta mi nariz poniéndome los pelos de punta. Un olor ya familiar. A chucho mojado.

1 comentario:

  1. ME GUUUSTAA!! y muuchooo!! sigue escribiendo porque lo haces muuy bn, por cierto YO TMBN ESCRIBO!! este es mi blog:
    unaverdadescondida.blogspot.com

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