lunes, 19 de septiembre de 2011

Capítulo 17 (Parte 2)


–¡Hombres lobo! ¡Alerta! ¡Hombres lobo! ­–chilló Evan, pálido como el mármol. Derek le propinó un puñetazo lo suficientemente fuerte como para dejarle inconsciente. Tras la puerta que nos separaba del pasillo se oyeron pasos que bajaban y corrían en nuestra dirección, en busca del punto de origen de la alarma. Por mi culpa nos iban a matar. Había jugado con la suerte. ¿Cómo había podido ser tan tonta?

“–Pasajeros del Holy Apple, les informamos de que acabamos de atracar. Por favor, recojan sus últimas pertenencias y salgan de forma ordenada por la puerta de desembarque izquierda.”

–¡Vámonos! Podemos bajar del barco y huir –susurró Johnny. Las pisadas parecieron pasar por alto nuestra ubicación y continuaron su marcha por el pasillo. Madre mía. Qué poco había faltado. Johnny asió mi brazo y me alentó a que saliéramos de allí. Nicole y Derek nos seguían muy de cerca hasta que llegamos al puerto. Observamos con cautela la imagen: nos rodeaban decenas de sirvientas, abrigadas de pies a cabeza, hablaban sin cesar y saludaban alegremente a otras personas. Sin pausa, pero sin prisa, miramos boquiabiertos el diminuto pueblo impregnado de nieve. ¿Cómo es que el agua no estaba congelada? Aquí hacía fresquito. Y si eso era lo que yo decía, que prácticamente no sentía el frío, ¿cómo tenía que estar Nicole? Durante el viaje no me había percatado que, a medida que nos acercábamos a nuestro destino, llevaban más capas de ropa. Johnny tiró de mí suavemente e indicó a Derek que le siguiera con un gesto de cabeza. Tras haber dado unos pasos supe que nos dirigíamos al nevado bosque que se alzaba ante nosotros, glorioso, frondoso, imponente y mágico a la par que blanco y reluciente. Cuando llegamos a él me di cuenta de que la mayor parte de la nieve se concentraba en las zonas más altas de los árboles y en los suelos, apiñada junto a las rocas. El resto, tenía un precioso tono verde oscuro que resaltaba ante el impoluto blanco. Siendo lobo no nos encontrarían en un lugar así. Alcé los ojos al cielo, seguía habiendo un problema, esta vez tenía los ojos azul verdoso y en vez de ser moreno, era rubia. Lo único que Nicole sabía acerca de los hombres lobo era lo que había leído en las novelas, además del borroso recuerdo de Eliseo intentando prevenirnos sobre ello. Era el momento de hablar y aclarar así las cosas con mi prima. Debía saberlo y todos estábamos al tanto. Me miraban. Volvía a ser mi turno, esta vez no debía cagarla. O al menos no mucho.
–Nicole, hay algo que tienes que saber… Y creo que te va a sorprender bastante. –Vas a flipar. Sus ojos atravesaron los míos y dijeron claramente: Ya lo sé. Pero seguro que no se esperaba lo que le iba a caer encima. Esperaba que hiciera acopio de todas esas fuerzas sobrenaturales que mostraba cada vez que algo le dolía, esta vez las necesitaría más que nunca. Por favor, no te desmayes, pensé.

–Sandy, nos conocemos demasiado. Nada que me puedas decir me va a sorprender tanto. –Eso ya lo veremos.

–Bueno, si tú lo dices… –Sentí un nudo en la garganta. Tenía que soltarlo de sopetón, no me debía ir por las ramas desde el principio. Tomé aire–. Somos hombres lobo. –Además, odiaba a la gente que se tira media hora para decirte una mierda. Tras un largo silencio, empezó a reírse de una forma extraña e irreconocible para mí. Nunca la había visto reír así. La risa silenciosa de mi prima, abrir mucho la boca sin que saliera ningún sonido para después soltar pequeños hipidos, había sido sustituida por una estrambótica y falsa. Una carcajada limpia, lo que se diría un: ja ja ja ja ja, en toda regla.

–Venga va, ¿dónde está la cámara oculta? –Al ver mi expresión de: ¿qué tiene de gracioso?, dejó de reírse–. ¿No me estás tomando el pelo?

Para que me creyera y nos dejáramos de sandeces me convertí en lobo. A pesar de haber pasado mucho tiempo sin hacerlo no fue difícil. Como todo el mundo dice: Una imagen vale más que mil palabras. Y yo soy monosilábica, lo que acierta a decir que mil es una exageración, pero la frase me venía al dedillo. Mi prima se quedó con la boca abierta. Había pasado de un estado gaseoso a uno sólido. De moverse con muchísima energía a quedarse petrificada como un témpano de hielo. Derek y Johnny imitaron mi cambio. Era la primera vez que veía al chico de ojos azules con forma de lobo. Su pelaje castaño era hermoso y reluciente. Y sus ojos… ay, sus ojos… Si antes me gustaba nadar en ellos ahora podría ahogarme y morir feliz.

–Vale, sois lobos –afirmó lentamente–. Nicole, no pasa nada –susurró de forma reconfortante para ella misma–. Tu novio, tu prima y el novio de tu prima son licántropos. De hecho seguramente ahora no te entenderán una leñe… Hablaran un lenguaje lobo secreto o algo. A lo mejor pueden hablar… Ven lobito, lobito bonito… –canturreó como si hablara con un cachorro de Yorkshire. Se dirigía a Derek. La noticia no le había sentado bien. ¿Quién demonios se acerca a un lobo de aspecto salvaje y feroz? El estado de shock la cegaba por completo, nadie en su sano juicio hubiera hecho eso.

1 comentario: