lunes, 6 de junio de 2011

Capítulo 6. (Parte 1)



6. La marca.


Tenía que averiguar quién era ese joven. Cuando me convertiría en una bestia. Y si podía evitarlo.


Sin embargo, decidí caminar en dirección contraria, deshaciendo los pasos que había hecho antes de llegar aquí. Fue más difícil de lo que me esperaba, había oscurecido y cada rincón del bosque parecía distinto de cómo estaba cuando vine. Nicole y yo siempre dábamos largos paseos por la montaña, disfrutando de cada brizna de aire que solía darse allí. Mi prima y yo cambiábamos con los años, pero el bosque seguía siendo el mismo. Exceptuando que en primavera el verde era el color estrella; en verano, los naranjas resaltaban sin cesar; en otoño, los rojos y las alfombras de hojas eran algo habitual; en invierno, el blanco cubría suelos y esqueléticas ramas. Y luego vuelve al inicio, un ciclo, como la pescadilla que se muerde la cola.


Mi día a día ya no volvería a ser lo mismo. En realidad mi vida, comparada con la de otra chica de mi edad, nunca había sido del todo normal. En el colegio era la más alta de mi clase. Esto no siempre era malo, por supuesto, de hecho me encanta mi talla. Aunque siempre estaba el típico imbécil de: “¿Qué tiempo hace ahí arriba?”. Mi estatura no había sido un problema para mi autoestima. Solía pasar de ellos, sin embargo, varios enanos se llevaron algún que otro capón. Kate, mi madrina, siempre decía una frase de Mahatma Gandhi:


-“Lo que se obtiene con violencia, solo se mantiene con la misma”.


O algo así.


De todas formas, perdía el control el día que me sacaban de mis casillas. Impulsos. Que solían crearme problemas. A pesar de que mis golpes eran apenas soplos de viento, los chicos (o niños por aquel entonces), corrían en busca del consuelo de la profesora. Es decir, en andar a la caza de mí castigo.


Y en High-Phoenix… ¿nos darían por desaparecidas? ¿O Luis ya se habría encargado de ello? ¿Y si nos habían acusado a nostras del asesinato y nos buscaban para llevarnos a un centro penitenciario de menores?


No volvería si eso era así, prefería vivir al cobijo del bosque antes que encerrada en un cárcel con… más psicópatas.


Llegué al lugar donde había visto a Luis por última vez. La escena había cambiado mucho desde ese momento. El chico loco estaba tirado en el suelo con varias flechas clavadas en su espalda. Sin duda serían de los guerreros.


Me acerqué para observar más de cerca las armas que había acabado con la vida del chico panecito. Ahora que estaba muerto parecía débil e indefenso. Las saetas tenían el cuerpo de madera y la punta tenía un acabado en plata. A lo mejor el rumor de que ese elemento químico podía acabar con un licántropo era cierto.


Seguía inmersa en mis pensamientos cuando me percaté de que el pueblo volvía a estar vacío. Todos los que habían atacado a Luis se habían marchado. Ya no podía pedirle explicaciones a nadie.


Sin dudas este lugar ni siquiera constaría de existencia en un mapa. Pensaba que High-Phoenix era un lugar desolador, pero comparado con esto… ciertamente tenía un aire macabro. Si quería dar a alguien un susto de miedo ya sabía a dónde traerle. Incluso los campos de los alrededores. Todo parecía muerto. Me imaginé como sería esto en sus años lúcidos.

1 comentario: