sábado, 15 de octubre de 2011

Capítulo 20 (Parte 2)


Abrí los ojos con esfuerzo y observé el entorno que me rodeaba. Estaba en una cama grande y mullida de sábanas blancas. Eran finas, suaves al tacto. Si se diera el caso de que sintiese el frío, poco me iban a proteger. Me asomé a la ventana y hallé en el exterior el huerto donde había encontrado a Emily. Ya sabía algo con más claridad: estaba en la casa, la cabeza me daba vueltas y el hombro me dolía horrores. Henry debía de haberme traído. En ese instante caí en lo bueno que había sido, después de haberle partido en corazón, me había traído a casa y dejado descansar. Mareada, agarré el pomo de la puerta y salí en camino al piso de abajo. En la cocina, Emily y Johnny parecían aguardar mi llegada.

–¡Oh, gracias a Dios que estás bien! No sabes lo que he sufrido al ver que Henry te traía inconsciente. ¿Estás bien, mi niña? –finalizó escrutándome de arriba abajo. Su cara de preocupación me sorprendió. ¿Tan fuerte me había dado?

–Sí. Estoy bien –o eso creo–. Los dos os habéis portado genial conmigo…

–¿Y yo qué? –interrumpió Emily para hacerse notar. La pequeña niña nos miró y sonrió a ambos. Sus ojos verdes, tan diferentes a los de Henry, nos analizaban en busca de una respuesta.

–Perdón, Emily, los tres –corregí–. A lo que iba, Johnny, tengo que decirte algo… pero no sé cómo. Y menos delante de su hermana. Ahora o nunca, pensé.

–No hace falta que digas nada. Henry me lo contó. – ¿Qué? Abrí la boca para expresar mi sorpresa–. Él solo quería que supieras lo que sentía y yo en esos momentos solo pensaba en que te había salvado la vida. Te defendió, te trajo de vuelta y te sanó. No importa lo que hicieras. No gano nada peleándome con el hombre que te ha salvado la vida. Y encima nos acoge en su casa con los brazos abiertos –añadió resignado–. Si no hubiese sido por él, ahora estarías muerta. Y yo no lo podría haber soportado.

Vale, esperaba cualquier otra cosa, lo que fuera, todo menos eso. ¿Cómo podía ser tan bueno? No esperaba para nada esa reacción en él. Quizás tenía algo que ver con mi decisión el hecho de que no le importara. La cabeza me dio vueltas y giré el rostro hacia otro lado. Emily. Johnny.

–¿Y los demás? –pregunté preocupada.

–Henry ha salido a cazar. Consiguió matar al oso, pero no pudo cargar con los dos. Y Nicole y Derek… en fin. Se han marchado a vivir a una casa que hay a uno o dos kilómetros de aquí. La encontraron mientras daban una vuelta. Es pequeña y según Henry está abandonada, así que han decidido trasladarse allí para dejarnos un poco más de espacio –explicó–. Esta tiene una parte trasera bastante grande, pero está sin reconstruir, ya que a ellos no les hacía mucha falta –concluyó, mirando a Emily. Johnny me estrechó entre sus fuertes brazos. Tenía a los dos mejores chicos del mundo en mis manos. Sin embargo, Henry tendría que postergarme como pareja. Aunque por motivos que escapaban a mi entender, no quería que eso sucediese. Una parte de mí quería estar al lado de Henry.

Me separé de Johnny y miré a los ojos que tanto me gustaban. Tras un corto silencio, Henry entró con una chica cogida del brazo. Enseguida la reconocí. Esa chica a la que nos acercamos Nicole y yo, esa con la piel blanca como la leche y los ojos claros y brillantes. Solo que esta vez, sus ojos no brillaban por si solos, sino por las lágrimas que los empañaban.

No hay comentarios:

Publicar un comentario